El pasado miércoles, 14 de noviembre, se cerró el plazo para presentar candidaturas para suceder a Juan Rosell al frente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), sin que nadie se atreviera a plantar cara a la candidatura de Antonio Garamendi, actual vicepresidente de la patronal y presidente de CEPYME, la patronal de la pequeña y mediana empresa. El que podría haber sido su competidor, Joaquín Gay de Montellá, presidente de la patronal Catalana Fomento del Trabajo Nacional, no ha visto suficiente agua en la piscina para dar el paso y tiró la toalla antes de empezar siquiera el combate, el 12 de septiembre, el mismo día en el que Garamendi anunció que se presentaba. 

La CEOE elige a sus líderes mediante un complicado sistema de votaciones de delegados de cada una de las asociaciones empresariales que la conforman, que han de elegir entre candidatos que deben estar avalados por miembros de sus respectivas organizaciones. En el caso de Garamendi se ha detectado tal nivel de unanimidad, que hasta patronales próximas al empresario vasco han pretendido cambiar sobre la marcha los estatutos de la CEOE para que el candidato único sea considerado elegido por aclamación si no hay alternativas. 

Y aunque tal cambio no se ha llegado a ejecutar, el miércoles 21 la CEOE se reunirá para votar a su única opción, donde se comprobará si el apoyo es tan unánime como parece. El número de abstenciones o de votos en blanco puede hacer mella en la imagen de unidad que el vasco ha logrado trasladar, mediante declaraciones individuales y en cascada de diversas asocaciones patronales. 

Según fuentes de la patronal, Garamendi se caracteriza por defender una línea más dura que la de el que será su antecesor, Juan Rosell. Así, mientras Rosell firmó con los sindicatos una subida del Salario Mínimo, Garamendi cree que subirlo "destruye empleos", mientras que Rosell -que siempre se ha mostrado opuesto al independentismo- ha visitado a Oriol Junqueras en la cárcel, Garamendi airea su indignación en privado y defiende mantener una posición pública mucho más contundente contra el "procés" y de oponerse activamente a las políticas del Gobierno de Pedro Sánchez y a medidas como la de la paridad en los Consejos de Administración. Así,  frente a la política de "diálogo discreto" que ha mantenido Rosell, Garamendi optará por una actitud más combativa, en la línea del antecesor de Rosell, Gerardo Díaz Ferrán, que actualmente cumple condena en régimen de segundo grado.