Si tenemos en cuenta estos datos, es evidente que se ha producido el hundimiento de los dos grandes partidos griegos y que los electores han optado por otras formaciones más radicales, tanto a la izquierda como en especial a la derecha, donde la irrupción de una fuerza como Aurora Dorada supone un peligro real para la democracia helena. Porque el drama que vive y padece ahora Grecia es de una magnitud enorme. Conocemos poco la realidad griega de estos últimos años, pero lo cierto es que los suicidios han crecido de forma exponencial, han aumentado las enfermedades mentales, sobre todo la depresión, y se están produciendo numerosos casos de abandonos de recién nacidos, al mismo tiempo que se dan casos de muertes infantiles por desnutrición.
Grecia necesita ayuda para salir del atolladero económico en que se encuentra sumida por el seguimiento de unas políticas económicas bendecidas durante muchos años por las autoridades comunitarias, con la cooperación interesada de importantes entidades financieras, en especial alemanas pero también de otros países europeos. Pero Grecia debe servirnos también de aviso, porque la suya es una situación que puede reproducirse más pronto que tarde en otros países europeos, si siguen imponiéndose las políticas de austeridad y recortes sin contrapartida de ningún tipo. El voto de protesta griego del pasado domingo es un grito desesperado, que difícilmente contribuirá a dar una gobernación estable en aquel país, pero que de un modo u otro expresa la frustración y la desesperanza de una sociedad abocada al abismo.
Europa, y en especial la Unión Europea, comienzan a dar un giro hacia la izquierda. El triunfo del socialista François Hollande en Francia no es una simple anécdota. Las diversas formaciones de izquierdas han obtenido importantes triunfos en las elecciones municipales parciales celebradas en Italia, y otro tanto sucedió también en el Reino Unido. En Grecia también las izquierdas superan de nuevo a las derechas. Y las izquierdas, de uno u otro signo, moderadas o radicales, deben dar una respuesta al drama de Grecia, que es el ejemplo extremo del drama que vive Europa antera. Otra Europa es posible, y lo es solo desde las izquierdas.
Jordi García-Soler es periodista y analista político