Marina D’Or, ciudad de vacaciones, fue uno de los bombazos urbanísticos de los años 90 que aún está presente en los recuerdos de los españoles. El sueño de levantar un complejo que recordase a Las Vegas se quedó más en una coletilla de anuncio que en una realidad turística. El empresario Jesús Ger dio el paso hace tres décadas y Oropesa del Mar (Castellón) fue el emplazamiento elegido. Durante años, la bonaza económica y la novedad auparon el proyecto, pero la burbuja inmobiliaria despobló unas calles con más luces de neón que visitantes.

El fondo americano Farallon Capital Management se hizo con el conglomerado en 2020 por poco más de 120 millones de euros y tan solo tres de años después se ha desecho de él, misma suerte que ha corrido el Hotel Mandarín de Barcelona, y confirma su salida de España. La alianza compradora la conforman el Grupo Fuertes, compañía murciana propietaria de ElPozo, y Hoteles Magic Costa Blanca. El valor del complejo ha seguido cayendo a lo largo de los años y el coste final de la operación se ha cifrado en los 70 millones de euros.

A falta de que Competencia dé el visto bueno a la operación, ambos socios planean ya un lavado de cara del complejo, cuyo coste ascendería hasta los 20 millones de euros y prepararía a Marina D’Or para un nuevo intento. Una nueva experiencia de vacaciones familiares, impulsada con el capital del grupo Fuertes y gestionada con la experiencia de Magic Hoteles, es la apuesta de ambas firmas para revivir una ciudad vacacional que multiplicó la población oropesina, pasando de los 2.000 habitantes previos a los más de 11.000, número que se redujo tras el hundimiento.

Seis hoteles con 1.349 habitaciones, 68 apartamentos, ocho parques de ocio, un balneario y un centro de belleza completan la cartera de activos con la que se han hecho los dos grupos inversores. La apuesta de Fuertes por el sector turístico continúa ganando peso y Marina D’Or se suma a los alojamientos turísticos que los propietarios de ElPozo ya atesoran en Murcia, el Mar Menor y Mazarrón, en la Región de Murcia, y los presente en el Campello y Benidorm, en la provincia de Alicante. A esto se suma un acuerdo con el grupo Barceló para la gestión de diferentes activos.

Hoteles Magic Costa Blanca tampoco se queda atrás y refuerza su posición en las zonas próximas a Benidorm, donde concentra su principal actividad. Activos ubicados en l’Alfàs del Pi, Finestrat y la Vila Joiosa (Alicante) y en Gandía (Valencia) o la propiedad de cuatro parques acuáticos son algunas de sus mayores propiedades. A la experiencia de ambos grupos se suma la buena consonancia construida durante colaboraciones anteriores. Ambas firmas han trabajado de forma conjunta en el impulso del resort Magic Natura, ubicado en el complejo Terra Natura de Benidorm.

Este movimiento podría relanzar a Castellón como destino turístico, equiparando la provincia a las otras dos que completan la Comunidad Valenciana. Según los últimos datos disponibles, publicados por Hosbec, la ocupación hotelera de Castellón cerró julio en el 79,3%, lejos de Valencia (90%) y Alicante (91,4%). Además, la realidad turística de la provincia ubicada más al norte es diferencial, dado que el 84,7% lo copan viajeros nacionales y tan solo un 15,3% del turismo es internacional (4% francés, 2,3% británico, 1,5% rumano, 1,5% nerlandésm 1% italiano, 1% alemán y un conjunto de países que no supera el 1% en ningún caso).

Marina D’Or, una historia de décadas

Marina D’Or es un complejo vacacional levantado en Oropesa del Mar (Castellón). El proyecto del empresario Jesús Ger comenzó en 1983, momento en el que con la constructora Loger inició su andanza adquiriendo un pequeño hotel de Oropesa y diferentes terrenos. El primero de los hoteles de la ciudad turística se levantaría muchos años después, en 1997. No obstante, la idea del empresario no pasaba por pernoctaciones ocasionales, sino por la adquisición de apartamentos que garantizase una afluencia constante. Una localidad artificial en la que tener una segunda residencia.

Un momento de bonaza económica y campañas publicitarias que introdujeron Marina D’Or en las casas de todos los españoles posibilitaron un comienzo dulce para el sueño. Llegaron mas hoteles, un balneario y una amalgama de decorados construidos en cartón-piedra e iluminados por luces de neón vegasinas. En los primeros años de la década de los 2000 los beneficios no dejaron de aumentar, pero la burbuja inmobiliaria llegó también a orillas de la playa Les Amplaries. La deuda se disparó por encima de los 500 millones y nunca pudo liquidarse y finalizó con la venta del sueño al fondo americano y con la desaparición de Ger como promotor y parte del proyecto.