La expansión económica de China languideció a su ritmo más lento en casi tres décadas el año pasado, debido principalmente, aunque no de manera exclusiva, al enfrentamiento comercial con los Estados Unidos que exacerbó la debilidad en la segunda economía más grande del mundo.

La tasa de crecimiento de 6,6% para 2018 es el ritmo anual más lento que China ha registrado desde 1990. La desaceleración económica, que ha sido más aguda de lo que Beijing esperaba, se profundizó en los últimos meses de 2018, con un crecimiento del cuarto trimestre de un 6,4%.

Crecimiento anual PIB China
Crecimiento anual PIB China.
 

Las perspectivas inciertas para los exportadores chinos hicieron que las empresas retrasaran las inversiones y las contrataciones y, en algunos casos, incluso recurrieran a los despidos, una práctica desaconsejada por los gobernantes del Partido Comunista, obsesionados con la estabilidad. La tasa oficial de desempleo aumentó hasta el 4,9% el mes pasado desde el 4,8% de noviembre.

En el centro de tecnología, exportación y fabricación del sur de Shenzhen, por ejemplo, muchos fabricantes privados de productos electrónicos y textiles se quedaron sin trabajo más de dos meses al finalizar el año. La ciudad vecina de Guangzhou experimentó una caída del crecimiento del 6,5% el año pasado, muy por debajo del objetivo anual del 7,5% establecido por el gobierno de la ciudad, debido a que las tensiones comerciales afectaron duramente al sector manufacturero de la ciudad.

Y lo peor es que una gran parte de analistas económicos consideran que la economía de China es realmente mucho más débil que lo que muestran las cifras oficiales.

Los indicadores, incluida la producción industrial nos muestran una economía china claramente en retroceso. El freno experimentado por el crecimiento salarial y el aumento de las deudas domésticas están causando que los consumidores chinos ajusten sus gastos.

Producción industrial China.

Producción industrial China.

La economía de China se ha desacelerado también por la iniciativa del presidente Xi Jinping de los últimos tres años para contener la deuda y defenderse de los riesgos financieros. Esa campaña ha frenado los préstamos de los gobiernos locales y las empresas y ha provocado una fuerte caída en el gasto en nuevas líneas de metro y fábricas. Beijing comenzó a revertir esta política de control de deuda en los últimos meses, aunque las medidas de estímulo adoptadas hasta el momento no han logrado avivar la inversión en activos fijos, que crecieron un 5,9% el año pasado, una brusca caída desde el 7,2% en 2017.

El conflicto comercial entre Estados Unidos y China, junto con la disminución de la demanda mundial en gran parte motivada por la ralentización de la actividad en el propio gigante asiático, también contribuyó a frenar el crecimiento de China al reducir sus ventas en el extranjero. El debilitamiento general del comercio redujo un 8,6% de la actividad económica general de China.

Los líderes de China han dejado en claro que detener la desaceleración es una prioridad para este año. En una reunión de alto nivel de diciembre que planificó la agenda económica general para 2019, el presidente Xi dijo que el crecimiento debe mantenerse dentro niveles razonables.  Los asesores de los responsables políticos de China dicen que el nivel, que se anunciará durante la sesión legislativa anual de la nación a principios de marzo, se sitúa entre el 6% y el 6,5%.

Eso marcaría una sensible reducción del objetivo del año pasado de alrededor del 6,5%, lo que sugiere que Pekín quiere más espacio para administrar la economía, que está ya en una desaceleración de un año de duración a medida que el viejo modelo de crecimiento alimentado por la deuda llega a sus límites.

Mientras los representantes de EEUU y China intentan forjar un acuerdo comercial, la Casa Blanca está tratando de detener el cada vez mayor predominio chino en el sector tecnológico.

El crecimiento esperado para este año, todavía relativamente alto para los estándares globales, está muy lejos de un ritmo de expansión que promediaba cerca del 10% anual durante más de tres décadas, hasta que se desaceleró en la última .La tasa de crecimiento del 6.4% en el último trimestre de 2018 es la más lenta desde los primeros meses de la crisis financiera mundial, que Beijing luego contrarrestó con enormes cantidades de estímulo, dejando un legado de deuda con el que el gobierno todavía está lidiando.

Si el motor de la economía mundial comienza a perder revoluciones, no es de extrañar que las últimas predicciones de crecimiento global del Fondo Monetario Internacional se reduzcan desde un 3.9% en su informe de Julio 2018 a un 3.5%, según el informe presentado en el mes de enero.

Es Europa la mas afectada en la desaceleración global con países netamente exportadores que en un contexto de tensión comercial verían reducidas sus ventas de manera sustancial.

El pronóstico no tiene en cuenta las posibles consecuencias de una elevación de las tarifas arancelarias en las ventas de vehículos a Estados Unidos, amenaza todavía latente y que en los próximos meses se situarán en el centro de la atención de la economía, y es excesivamente optimista al considerar que los países emergentes sostendrán el peso del crecimiento mundial situándolo en niveles cercanos al 5%.

Pronóstico crecimiento FMI.

Pronóstico crecimiento FMI.

Y en el caso de España, el optimismo también es notable con una tasa de crecimiento del PIB del 2,8 % para 2019, nivel superior al previsto por el Gobierno del 2,7% y por encima del de 2018 que se sitúa en un 2,4%.

En una economía mundial que viene dando inquietantes muestras de debilidad en medio de un enfrentamiento entre las grandes potencias económicas del mundo cuyo desenlace todavía es incierto, nuestro país que es altamente dependiente del exterior difícilmente podrá superar los niveles de crecimiento de este año, sería un gran logro simplemente igualarlo.