Tras la reunión que mantuvieron Trump y el presidente chino Xi Jinping la semana pasada en el seno de la cumbre del G20 celebrada en Argentina, los mercados reaccionaron con frío optimismo ante el anuncio de aplazamiento de la imposición de aranceles aduaneros por parte de Estados Unidos a 200.000 millones de importaciones chinas.

Según sus declaraciones, ambos mandatarios acordaron darse un plazo de noventa días desde el 1 de diciembre antes de tomar una decisión. En este periodo de tiempo se llevarán a cabo reuniones de negociación que tendrán como objetivo alcanzar un acuerdo que favorezca a ambas partes y eviten medidas unilaterales que penalicen el comercio entre sus países.

Sin embargo, desde el principio los inversores no las tenían todas consigo, las bolsas recuperaron pero con timidez.

Y efectivamente, los comunicados posteriormente emitidos tanto por parte de China como de Estados Unidos no coincidían en su totalidad, surgieron puntos de fricción y comenzaron a dar muestras de la falta de consistencia del hipotético acuerdo.

Calma, pero con preocupación

Estas dudas iniciales de los inversores se han convertido en una preocupación real cuando recientemente las autoridades canadienses arrestaban a Meng Wanzhou vicepresidente de la compañía de comunicaciones china Huawei, hija del fundador de la empresa, cumpliendo el mandato de extradición de Estados Unidos que le acusa de múltiples delitos castigados con altas penas de prisión y entre los cuales el mas destacable es el de infringir el embargo comercial a Irán.

El caso es complejo y no existen evidencias claras de incumplimiento. En realidad, las ventas de material tecnológico a Irán, financiadas por bancos internacionales, fueron realizadas por la compañía Skycom, antigua filial de Huawei que dejó de formar parte del grupo a finales de 2009.

Poco tiempo después de que Meng se hiciera cargo de la vicepresidencia de Huawei, Skycom fue vendida y dejó de pertenecer a la compañía que ella lideraba.

Sin embargo, la fiscalía norteamericana insiste en el hecho de que existen lazos ocultos dentro de un complejo entramado empresarial entre ambas compañías y ha tomado una decisión arriesgada que trasciende el ámbito económico y enfrenta políticamente a los dos países, hasta el punto de que se han presentado quejas formales a través de conductos diplomáticos.

Huawei y China

Huawei es la joya de la corona de la tecnología China y compite y supera ya a sus rivales norteamericanos en el ámbito de las telecomunicaciones.

Huawei vendió 52 millones de Smartphones en el último trimestre, casi 7 millones más que Apple, emplea a 182.000 personas más que Entel y generó ingresos por 92.5 millones de dólares el año pasado mas del doble que Facebook.

Además, la empresa china fabrica componentes electrónicos, relojes inteligentes  y ordenadores que se venden en todo el planeta y ya es la segunda del mundo en fabricación de teléfonos móviles detrás de Samsung.

Pero lo que realmente preocupa a Estados Unidos, aparte de la competencia que supone a las compañías americanas del sector, es el liderazgo de Huawei en tecnología 5G, sistema que conectará y dominará las comunicaciones en todo el mundo.

Una futura dependencia en el terreno de las telecomunicaciones de una tecnología dominada por una empresa China hace que se tambaleen los pilares que sostienen al imperio norteamericano y abiertamente lo consideran un peligro directo para la seguridad de su país.

Estados Unidos ve en la empresa China una amenaza en el terreno comercial, pero lo que realmente le preocupa es la pérdida de su supremacía política. 

Las estrechas conexiones de Huawei con el Gobierno chino y la presunción norteamericana de que es utilizada por éste con fines de espionaje y en el terreno de la guerra cibernética convierten a la compañía en un elemento hostil y en un objetivo a batir.

Este incidente, la petición de extradición de la Sra. Meng, no hace más que constatar los temores que se desataron en el mercado a principios de octubre cuando el vicepresidente norteamericano Mike Pence dio a entender que el enfrentamiento con China trasciende el ámbito meramente comercial y se eleva al de la defensa de lo que él llamó la soberanía nacional.

La acción tomada por las autoridades norteamericanas, inmediatamente después de la reunión de los dos máximos mandatarios de ambos países, es una señal inequívoca de que la decisión tomada es la de enfrentamiento sin paliativos asumiendo todas las consecuencias negativas en el ámbito económico que sin duda tendrá.

Un ataque frontal a la cabeza de la principal empresa tecnológica China es la prueba de que Estados Unidos ha optado por una guerra directa sin dar ninguna oportunidad a la diplomacia.

No parece quedar ningún resquicio que permita una solución favorable a este enfrentamiento de titanes y las consecuencias se materializarán en el deterioro de las relaciones comerciales internacionales y en la caída del crecimiento económico a nivel global.

¿Y las bolsas?

INDICE NASDAQ.

Los mercados financieros y mas concretamente las bolsas ya han reaccionado ante el incidente con movimientos a la baja que se han frenado en una tensa calma a la espera de conocer como se van desarrollando los hechos. Las bolsas norteamericanas que han sido este año las que mejor comportamiento han tenido a nivel global están tan solo a un 4% de terminar en negativo en todo el ejercicio, algo que probablemente ocurrirá y con ello nos encontraríamos con el primer año de la última década, con rentabilidad negativa en los índices bursátiles americanos.

Esto sería una mala señal que podría indicar el fin de un ciclo.