El Banco de España ha publicado este martes una nueva revisión de sus previsiones para el conjunto de indicadores macroeconómicos. En sus proyecciones, el organismo mantiene en el crecimiento de la economía española para este año en el 2,3%, en connivencia con el resto de estudios nacionales e internacionales que lo sitúan como el mayor de entre las grandes economías de la eurozona. Sin embargo, a futuro, el organismo liderado por Pablo Hernández de Cos atisba debilidades y ha reducido el avance del Producto Interior Bruto (PIB) para 2024 en cuatro décimas, pasando el 2,2% anterior al 1,8%. En 2025, el valor volvería a repuntar hasta el 2%.

“De cara a los próximos trimestres, cabe esperar que la actividad continúe presentando un dinamismo relativamente contenido”, justifica el Banco de España. Los principales factores culpables de esta contención, señala el organismo, son la “traslación del tensionamiento de la política monetaria”, acometida por el Banco Central Europeo (BCE); “la debilidad del contexto exterior”, aunque reconoce la buena marcha de las exportaciones y del turismo internacional; y las “políticas públicas adoptadas en respuesta a la crisis energética y al repunte de la inflación”, que seguirán sosteniendo la actividad, pero se notará su progresiva retirada.

Por el contrario, los aspectos señalados como positivos son la disminución de las presiones inflacionistas, la recuperación gradual de la confianza de los agentes, la resiliencia del mercado laboral y la intensificación prevista en el despliegue de los proyectos acogidos al Plan de Recuperación y Resiliencia. En conjunto, los factores expuestos llevan al Banco a mantener las previsiones para este curso, pero propician un mayor pesimismo a futuro que ha motivado una reducción de los valores de los dos próximos años.

Eleva la inflación

En materia inflacionaria, el organismo liderado por de Cos ha elevado sus previsiones. Así, considera que el dato general “se moderará de forma notable en 2023”, pero lo hará hasta el 3,6%, cifra cuatro décimas más alta que la pronosticada anteriormente, por “el repunte experimentado por los precios del petróleo durante el verano. De cara a 2024 espera un leve repunte, hasta el 4,3%, “como consecuencia del repunte en la contribución del componente energético”. Ya en 2025, gracias a “la estabilización de los precios del Índice Armonizado de Precios de Consumo energético y la prolongación de la desinflación del no energético conducirán”, el dato caerá hasta el 1,8%.

El organismo advierte que un aumento de los salarios, que se ha producido en una medida muy baja en comparación con la inflación, o de los márgenes empresariales, que se ha producido de forma desmedida y marcando récords no registrados en décadas, implicaría una senda de inflación más elevada. La capacidad del ahorro acumulado por los hogares durante la pandemia, el ritmo y efecto de la ejecución de los proyectos indexados a los fondos europeos y la persistencia de un déficit y deuda públicos elevados y estructurales son las “otras fuentes de incertidumbre” señaladas.

El mercado de trabajo continúa mejorando

En el mercado de trabajo, el empleo mantendrá un dinamismo elevado este año”, recoge el documento presentado, que cuantifica un crecimiento del 2,6% en el número de trabajadores. A nivel de paro, recorta en dos décimas la tasa esperada y la sitúa en el 12%, frente al 12,2% anterior. Este dato continuará cayendo a lo largo de los años y se ubicará en el 11,5% en 2024 y el 11,3% en 2025. “La continuación del proceso de creación de empleo explica el proyectado descenso de la tasa de paro”, justifica el Banco, que señala “un contexto de crecimiento sostenido de la población activa”.

Un indicador que no se recuperará según lo previsto es el número de horas trabajadas, que se mantendrá a futuro por debajo de los niveles de 2019. Esto es un “reflejo de la tendencia históricamente decreciente de esta variable”, que evidencia el camino de la sociedad a menos horas trabajadas, más personas trabajando y un buen dinamismo del mercado laboral.

Principales riesgos destacados

Los riesgos en torno al escenario presentado por el Banco de España se encuentran orientados a la baja en lo que respecta al crecimiento económico y se encuentran equilibrados en el caso de la inflación. La principal preocupación señalada en cuestión de PIB, que podría dejar en papel mojado lo previsto, es la “eventual evolución de la actividad económica global más desfavorable que la considerada en los supuestos que subyacen a las proyecciones”.

Además, una fuente muy importante de incertidumbre son las dificultades para calibrar la magnitud de los efectos sobre la actividad y los precios del endurecimiento de la política monetaria llevado a cabo hasta la fecha, lo que podría conducir a escenarios de mayor debilidad de la actividad y de los precios o, por el contrario de enquistamiento de las elevadas presiones inflacionistas actuales.