Todas las miradas estaban depositadas este jueves en Frankfurt, donde el Banco Central Europeo (BCE) se reunía para tomar una nueva decisión sobre política económica. Grandes empresas y familias se mantenían en una incertidumbre que el organismo ha decidió romper con una nueva subida de los tipos de interés. El Consejo de Gobierno del mecanismo único de supervisión ha aprobado un incremento de 25 puntos básicos que sitúa el precio del dinero en el 4,5%, valor más alto de la historia de la divisa.

Esta decisión es la décima consecutiva en la misma línea y se acumula más un año, desde julio de 2022, con subidas constantes de los tipos de interés. La decisión no estaba clara y cada vez más voces presionaban a la presidenta del BCE, Christine Lagarde, para que echase el freno al rally alcista; sin embargo, la mandataria ha decidido acometer la que podría ser la última subida de tipos, a la espera de que sus efectos sobre la inflación se reproduzcan de forma eficaz en algún momento.

“La inflación continúa descendiendo, pero aún se espera que siga siendo demasiado alta durante demasiado tiempo”, ha señalado el organismo a través de un comunicado. “El Consejo de Gobierno tiene la determinación de asegurar que la inflación vuelva a situarse pronto en su objetivo del 2 % a medio plazo” y “para reforzar el progreso hacia su objetivo, ha decidido hoy subir los tres tipos de interés oficiales del BCE en 25 puntos básicos”, reza el texto.

Para ver el valor bajar habrá que esperar más tiempo. La última vez que se alcanzó una cifra similar, un 4,25% en junio del 2000, tuvieron que trascurrir ocho años para apreciar la primera bajada de tipo de interés y no fue hasta 2014 cuando se alcanzaron valores cero. La reducción de la inflación continúa siendo la prioridad del supervisor europeo y los últimos datos recogidos no han dado la suficiente confianza a Lagarde para frenar el avance.

“El Consejo de Gobierno considera que los tipos de interés oficiales del BCE han alcanzado niveles que, mantenidos durante un período suficientemente largo, contribuirán de forma sustancial al pronto retorno de la inflación al objetivo”. Así ha confirmado el organismo que, si bien no habrá más subidas de los tipos, las bajadas no llegarán próximamente.

No obstante, deja la puerta abierta a que, si la situación inflacionaria recuperase la senda alcista, se puedan recuperar los ascensos. “Las decisiones futuras del Consejo de Gobierno asegurarán que los tipos de interés oficiales del BCE se fijen en niveles suficientemente restrictivos durante el tiempo que sea necesario”, recoge el comunicado.

La estrategial del BCE no funciona

La inflación continúa elevada en el conjunto de la zona euro (5,3%), a más de tres puntos del objetivo de inflación del BCE (2%), y la mayoría de países está lejos de valores aceptables para el organismo liderado por Lagarde. Tan solo España y Bélgica se aproximan, con un 2,4%, pero las grandes locomotoras europeas se mantienen en datos elevados, como es el caso de Alemania (6,4%) y Francia (5,7%).

Además, las previsiones han elevado los datos esperados para este año y el que viene. “Las proyecciones macroeconómicas elaboradas por los expertos del BCE para la zona del euro de septiembre prevén una inflación media del 5,6 % en 2023, del 3,2 % en 2024 y del 2,1 % en 2025. Esto supone una revisión al alza para 2023 y 2024 y a la baja para 2025”, justifica el BCE su decisión.

La decisión está tomada, pero el problema ahora será los efectos que esta produzca. Pese a que Lagarde defiende su actuación, lo cierto es que, por el momento, su política monetaria no está funcionado como esperaba. La inflación no termina de bajar y algunas economías comienzan a restringirse por la dureza de la senda. Sobrevuelan los pájaros de la recesión algunas economías europeas, a las que poco favor les está haciendo el BCE.

Con todo, el tipo de interés de las operaciones principales de financiación y los tipos de interés de la facilidad marginal de crédito y de la facilidad de depósito aumentarán hasta el 4%, el 4,75 % y el 4%, respectivamente, con efectos a partir del 20 de septiembre de 2023. Esto repercutirá en los préstamos variables, por supuesto hipotecarios, de las empresas y las familias. En un intento de frenar la inflación, que la propia Reserva Federal ha atribuido al aumento de los beneficios empresariales desmedido, castigará duramente a las familias.