Esta semana comienza la publicación de los resultados anuales de la banca española con el estreno de los de Bankinter el próximo jueves. La expectación de los clientes, inversores y analistas es máxima para saber cómo les han ido las cuentas en 2019 y ver sus proyecciones para este año. El sector bancario cae en Bolsa en este estreno de ejercicio con malos presagios sobre sus cuentas y en el pasado, salvo BBVA, los demás registraron retrocesos, destacando la fuerte caída de Bankia.

A sus problemas de los últimos años se suma ahora qué política aplicará el nuevo Gobierno a las entidades financieras. Las incógnitas se suscitan en torno a la creación de una banca pública o de una fusión entre Bankia y BBVA –como algunos han apuntado con el apadrinamiento del PNV- así como a la fijación de posibles tasas que siempre han sido una obsesión de Unidas Podemos. Un impuesto a la banca para que devuelva a la sociedad los más de 40.000 millones empleados en su rescate, aunque las entidades siempre argumentan que fueron las cajas y no ellos los causantes del crash financiero. Con ese tema pendiente, sí parece más concreto el establecimiento de una tasa para las compraventas en Bolsas (la llamada Tasa Tobin) que acabará encareciendo la inversión en acciones.

Además, otro tema de fondo son las cuestiones legales pendientes y en especial las referidas al índice hipotecario IRPH, así como otras demandan que aún colean. La desaceleración en el Producto Interior Bruto (PIB) en 2020 y una menor creación de empleo son también elementos que perjudican a la banca con un negocio de muy poco margen y la posibilidad de que vuelva a subir la morosidad si el mercado de trabajo se estropea.

Los expertos separan claramente dos grandes bloques de bancos. Santander y BBVA gozan de una gran diversificación geográfica que empequeñece los problemas de España, al que se suma parcialmente Sabadell con su banco del Reino Unido, en tanto que, en Bankinter, Bankia y Caixabank, para lo bueno o para lo malo, su actividad se circunscribe al mercado español.

Aunque conozcamos grandes cifras de beneficios, lo cierto es que la banca europea y entre ella la española son muy poco rentables. Lo decía recientemente la subgobernadora del Banco de España, Margarita Delgado: el 25% de la banca europea es zombie, o sea, tiene una rentabilidad en torno al 1%. La española anda algo mejor con rentabilidades medias en torno al 4%, pero aún muy lejos de los años de bonanza. Una mejoría en España que se ha conseguido a base de reducir tamaño: desde la crisis se han despedido a 90.000 trabajadores y se han cerrado 20.000 sucursales. Ahora toca el recorte a los clientes que no resulten interesantes para los bancos con la subida generalizada de comisiones por mantenimiento de cuenta y otras operaciones.

Después de leer todo esto, cualquiera huiría de los bancos españoles. Sin embargo, hay cosas buenas como sus niveles mínimos de cotización que les hacen atractivos para tomar posiciones. Están a precios muy bajos y será difícil que ahonden más en sus actuales niveles. De otro, que cualquier movimiento al alza de los tipos de interés que permita ampliar sus márgenes entre el coste de captar dinero y el de prestarlo, se convertiría en un resorte para los bancos que dispararían sus resultados. No es de esperar movimientos bruscos en los tipos, pero también existe el consenso de que ya no pueden bajar más.

Un estudio, aún caliente, de Credit Suisse destaca como las entidades más interesantes para invertir el Banco Santander y Caixabank, mientras considera que BBVA podría bajar porque lo ve caro. Para las entidades de menor tamaño se muestra neutral.

Este recién estrenado 2020 puede ser el año de la banca, pese a la dura competencia que se enfrenta con las Fintech, si a lo largo del ejercicio se atisba que los tipos de interés pueden ir retomando la senda alcista. Aunque este 2019 cierra otro ejercicio malo en cuanto a la evolución de sus resultados… no hay mal que cien años dure y como colchón está el pago de dividendos que los expertos, de momento, no cuestionan.