Si algo caracteriza a la sociedad actual es la información. El fabuloso volumen de datos de todo tipo que tenemos a nuestra disposición. Pero aunque eso esté ahí, a nuestro alcance, parece que muchas veces lo ignoramos. Ignoramos la información que recibimos y su propia existencia. Lo que ocurre con los inmigrantes no puede ser más elocuente.

Los inmigrantes benefician la economía

Una gran parte de la sociedad mira con recelo a los extranjeros que se asientan en el país. Les culpan de todos los males de la nación. Van desde asegurar que destruyen el empleo a que contagian enfermedades. Por su puesto, que suponen un peligro para el orden y un drenaje de los servicios públicos. Todo falso. La realidad es que la presencia de los inmigrantes es beneficiosa para la economía de los países de acogida. En todas las naciones occidentales es frecuente ver que muchos puestos clave de empresas innovadoras son ocupados por extranjeros. En su nuevo país es donde dan ponen en práctica las facultades adquiridas en su origen. Y los que están menos cualificados, ocupan los puestos de baja remuneración que los nacionales suelen rechazar. Los datos en los países industrializados son claros. Los inmigrantes ocupan a más personas en sus empresas que puestos de trabajo ocupan. Es decir, no solo no vienen a quitarnos nuestros trabajos. Es que crean más.

Consumen menos recursos

En cuanto a los recursos públicos. Los inmigrantes aportan más a los servicios de seguridad social de las naciones en las que viven que lo que cuestan a las arcas públicas. Es lógico. Los inmigrantes suelen ser personas jóvenes, en edad de trabajar y sanos. Y muchos de ellos, cuando envejecen, vuelven a sus países de origen. Por otro lado, está su aportación cultural. Lejos de ser algo solo folclórico, la presencia de inmigrantes en un país permite a este estado abrir un nuevo horizonte para sus industrias.

Ayudan al desarrollo

También es esencial el papel de los inmigrantes en las políticas de desarrollo. El avance de las sociedades más pobres y la reducción de las desigualdades es fundamental si buscamos un mundo más justo. Y no son los países desarrollados los que más están haciendo en este sentido. Son los inmigrantes lo que están ayudando a este desarrollo. El Banco Mundial estima que este año las remesas de dinero enviadas por los inmigrantes a sus países ronda los 600.000 millones de dólares. Solo como dato, la Unión Europea dedicó a este concepto 68.000 millones de euros en 2015. Es decir, el 10%. Entones, ¿por qué seguimos teniendo miedo a la inmigración? ¿Por qué triunfan apuestas de contenido xenófobas? ¿Por qué Trump y el Brexit? Quizá porque siempre es más fácil culpar a los demás de lo que provocamos nosotros mismos.