Instauración de la corrupción
Una vez la ciudadanía se acostumbra a las praxis corruptas de sus dirigentes y las asume como un fenómeno consustancial e inevitable, surge una sensación de desprotección, una tendencia al individualismo y un escepticismo que aboca en una falta de compromiso social por parte de los ciudadanos.
Consideremos que, desde una perspectiva social, los miembros de una colectividad tejen una red de expectativas recíprocas cuyo funcionamiento depende de la confianza de cada cual en que los demás realicen las funciones que de ellos se esperan. Pero si esto falla –sobre todo porque los dirigentes antepongan su ambición al interés colectivo– surgen crisis de desconfianza y falta de credibilidad en el estamento político.
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