Si nadie lo remedia, y no parece que vaya a haber nadie en el gobierno ni en el PP, con mente clara para impedirlo, la Ciencia española, fenecerá, en breve. Esa incipiente Ciencia española, de calidad, que tenía vocación de levantar la cabeza en un país, como éste, en el que había estado ausente desde siempre, salvo contadas excepciones, está en peligro. No son exageraciones; no son hiperbólicas manifestaciones sin fundamento; no son extralimitaciones y lamentos de alguien que se precia de haber dedicado su vida a ella; no es, sino una constatación de una tendencia que, irremediablemente, nos conduce al abismo, no es, sino una pendiente de vértigo, por la que se desliza arrastrando a todo lo de bueno que había logrado emerger; no es, sino la pérdida de la savia nueva capaz de impulsar el progreso; no es, sino la constatación de que en poco tiempo, unos años, esto se ha acabado. El Ministro Wert piensa que los recursos económicos, como garantía de la capacidad de la educación (dice que exclusivamente) es un error. Hay que, necesariamente, extrapolar esta posición a la investigación, también. El otro Ministro, de Guindos, no habla de esto, quizás sabe poco, como de otras cosas. Y esto es una auténtica catástrofe. Realmente estamos asistiendo a una monstruosidad.

Centenares de personas, de Instituciones y de Sociedades Científicas, han suscrito y han dicho abiertamente que el gobierno desprecia la Ciencia, en un grito unánime en todos los distritos universitarios, negándose a que éste sea un país de casinos, como de forma emblemática enunciaban en Madrid. La disminución del 13.7% de los recursos, en el ultimo año, sólo es el penúltimo episodio. Las programas de investigación han sufrido un recorte de más del 30%. Constantemente, se están desangrando los equipos de investigación, emigrando los jóvenes que no tienen cabida. Se reducen las plantillas al prescindir de los jubilados y no reponer ni al mísero ritmo del 5%, como parece requerir (exigir) el Ministerio de Hacienda. En Bruselas se ha anunciado por el gobierno español que se congela la I+D+i hasta 2020. Estamos en el número 11 retrocediendo en el ranking científico de los países que se precian. Los lemas de las protestas rubrican un “País sin ciencia es un país en decadencia”. Desde 2009 los recortes superan ampliamente el 40%. La tendencia es ésta. El Gobierno hace suyo, el disparate del ínclito Ministro de Educación: “cuanto menos mejor, porque, en todo caso, la calidad es de otro mundo”.

El camino que lleva este país es el de que no lo reconozca ni la madre que lo levantó de años, sino siglos de irrelevancia. Acostumbrados en este gobierno del PP a presionar hasta límites insospechados a todo el mundo, ahora le toca también a la investigación. Los premios nacionales fin de carrera, los mejores estudiantes del país, recogieron los premios, pero no estrecharon la mano del Ministro Wert (con una nota de 1.76, el Ministro peor valorado, es decir, que lo hace muy mal y lo entiende así, todo el mundo), rechazaron a quienes les están apretando. A la Secretaria de Estado no se le ocurrió otra cosa que sugerir que en el acto de recogida de los premios, los premiados hubieran quedado mejor no recogiendo los premios y renunciando a la ayuda económica que lleva aparejada. Es decir, renunciar a lo único que han logrado, ser los mejores, en lugar de despreciar a quienes los maltratan, aún siendo los mejores. No cabe en su cabecita, ni en la de su jefe, el Ministro, que está en su mano virar y no pretender que circulan por una autovía en dirección contraria y que son todos los demás los equivocados de dirección. Lamentable la ceguera, increíble la persistencia, asombrosa la ineptitud, tremenda la desgracia nuestra. De Guindos no es menos culpable de lo que ocurre, es la otra media naranja. Es el que suma, mientras resta, multiplica, pero divide, fiel a su estilo inicial, cuando formando parte de Lehman Brothers participó en el estallido con el que se inició la era de la catástrofe y luego en un alarde sin precedentes lo ponen al frente para paliar las consecuencias. Es algo que no deberíamos olvidar. Está colgado de estos fundamentos, aunque ahora ruralmente lo quiera disimular.

Hace muchos años, cuando eran operativos las encomiendas y los regidores, el designado respondía a su nombramiento con una garantía con su patrimonio de lo que debiera recaudar. Si no lo lograba, respondía con todo lo suyo. Estos del PP que nos gobiernan, ¿con qué responden a los fracasos y quebrantos consecuencia de sus disparates? ¿De Guindos o el ínclito Wert, se comportarían con la misma altivez si respondieran al fracaso con sus bienes? La dilución de responsabilidades reales que exhibe nuestro sistema democrático pone al descubierto las debilidades del mismo. Y como tampoco disfrutamos de la decencia que opera en otras latitudes, como en Holanda que dimite el primer Ministro porque no se ha comportado en un momento dado con la neutralidad que le exige su cargo. Simplemente, en nuestro país, insólito. ¿Cómo es posible que estos gobernantes no se den cuenta de que los países con menos Ciencia acumulan más desempleo?

El Plan 2013-2016 ya lleva seis meses de retraso, y la inversión en investigación básica está en peligro serio, y es la que garantiza los auténticos avances y el progreso, pero requiere cabezas gobernantes con sensibilidad y no es plato que puedan degustar quienes no tienen papilas cualificadas para ello. Los fondos de los proyectos aprobados en 2012 no llegan a los investigadores y todos los rumores apuntan a que la convocatoria de 2013, hábil, pero torpemente, será deslizada su resolución para el 2014, como si los investigadores fueran niños que no se enteran de lo que ocurre.

La Carta por la Ciencia suscrita ampliamente, no la pudieron entregar al Ministro, ni a ningún otro cargo del Ministerio, de los que cobran infamemente por lo que están haciendo, y se la dejaron en la reja del Ministerio, pegada con cinta adhesiva. De Guindos, ¡que vergüenza! A ver, dígame, si es capaz: ¿le hubiera gustado a usted, caso de que se dedicara a la investigación (no se sulfure, que sólo es una suposición) que un tipo con dudoso pasado y un presente con pinta de no saber lo que lleva entre manos, le destruyera su país, con lo que ha costado ponerlo en pie? ¿cómo va Usted a pagar lo que está haciendo?

En el actual estado de cosas, la Ciencia languidece. Se está despidiendo. Es como el cuerpo exhausto y cansado de haber vivido, que se entrega, porque ya no puede reaccionar. Sus hijos, conocidos y familiares se resisten a entregarse, pero el pasitrote hacia la muerte avanza sin remisión. Todo es cuestión de enterrar lo que pudo haber sido. De Guindos y sus secuaces, porque la cohorte que le acompaña, también tiene algo que ver y si no, que se larguen cuanto antes, son los enterradores. El PP pone el cementerio. Ahora se explica por qué no les importa mucho que los jóvenes investigadores los estén expulsando fuera del país. ¡Buen corazón!, pensarán algunos dotados con escasez preocupante: el otro ínclito, Pons, adicto a los micrófonos, nos hacía ver que los que se van no están fuera, sino que en la aldea global de la globalidad, están en Europa y eso no es el extranjero. Son capaces de justificar que los envían fuera para evitarles que presencien el sacrificio dentro, ¡eso será!

De Guindos y sus secuaces y Wert y las mentes calenturientas que le acompañan, acaban, por arriba y por abajo, atacando por tierra, mar y aire. La lástima es que no fueran ambos y sus secuaces, lo suficientemente jóvenes, ahora, para beneficiarse de las ventajas sociales de la emigración. Al tiempo, de no volver ellos, nos hubiéramos librado de su presencia. Visto lo visto, seguramente sería tan preciado el hecho como necesario para el resto de españoles, incluidas sus propias familias, claro. En cambio, no siendo así, simplemente ha empezado la cuenta atrás.

Alberto Requena es presidente del PSOE en Murcia