En el transcurso de la Guerra Civil, en concreto durante los años 1936 y 1937, la aviación alemana e italiana, asesinó, con la autorización y complicidad de Franco, a un buen número de población civil en Cantabria y, muy especialmente en su capital, Santander. Durante esos años, se produjeron decenas de bombardeos sobre ciudadanos indefensos en toda Cantabria perpetrados por los aliados alemanes e italianos del ejército franquista.
El más mortífero de todas estas matanzas se produjo en la capital el día 27 de diciembre de 1.936. Acompañados de ametrallamientos, fueron arrojadas bombas sobre varias zonas de la ciudad (Río de la Pila, Muelle de Maliaño, paseo del Alta) pero sobre todo en el barrio obrero del Rey y el entorno cercano del almacén de curtidos Mendicoage. Tan solo en estos dos últimos emplazamientos civiles sucumbieron, asesinadas, al menos 68 personas, incluyendo entre las víctimas a numerosos niños y niñas. A estas cifras habría que añadir que hubo decenas de heridos.
Toda la región sufrió 189 incursiones aéreas durante la guerra destacando los bombardeos efectivos realizados en 34 ocasiones lo que ocasionó una enorme acción de destructiva y 88 muertos y 104 heridos. Tras constatar el efecto devastador de las bombas, los avisos de las sirenas tuvieron un fuerte protagonismo sobre la población. En mayo de 1937, semanas antes del fin de la resistencia republicana, Santander podía guarecer bajo tierra a unas 40 000 personas en 114 refugios.

Cantabria fue un territorio con muchos elementos históricos para ser recordada y rescatados. No hay que olvidar que esta región se mantuvo fiel a la Segunda República hasta agosto de 1937. Posteriormente, destacó por su resistencia y su lucha guerrilla hasta finales de 1957.
A pesar de que el artículo 48 de la Ley 20/2.022, de Memoria Democrática, ampara el reconocimiento público del carácter de la víctima, de su dignidad, nombre y honor, el Ayuntamiento santanderino se negó al reconocimiento oponiéndose a que se erija un monolito o placa en recuerdo de las víctimas del bombardeo. Fue la Asociación Memorialista de Cantabria la responsable de presentar al pleno del Ayuntamiento de Santander una moción conjunta firmada por el PSOE y el grupo IU- Podemos. Se proponía ubicarlo en el Parque de Mendicouague, zona en la que se registraron 35 fallecidos el 27 de diciembre de 1936.
Las derechas santanderinas se oponen al reconocimiento
La moción que denegó el frente de la derecha santanderina, pedía “instalar, o en su caso autorizar, un monolito y placa en memoria de las víctimas de los bombardeos de Santander del 27 de diciembre de 1936 y posteriores durante 1937, en el Parque de Mendicouague o en otro lugar que cumpla los propósitos planteados y de acuerdo con los peticionarios”. También solicitaba “la condena sin paliativos” de las represalias sufridas posteriormente y el asesinato de 154 presos políticos en el barco prisión Alfonso Pérez. La moción iba acompañada de un anexo con todos los nombres de las 95 víctimas de los bombardeos sobre Santander.
La mayoría gobernante del Partido Popular, con apoyo de Vox y la abstención del Partido Regionalista de Cantabria, tumbó la moción. De esta manera, el Equipo de Gobierno incumplió la Ley e imposibilitó erigir un monolito o placa en recuerdo de aquellas personas asesinadas.
Ante todo ello, el Encuentro Estatal de Colectivos de Memoria Democrática y de Víctimas del Franquismo y la Transición, ha suscrito una declaración de apoyo para que las víctimas de los bombardeos sobre población civil en Santander y Cantabria tengan erigido un monolito o placa que recuerde las circunstancias y sus nombres. Con ello, esperan que las autoridades políticas gobernantes cumplan con la Ley de Memoria Histórica.
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