Se acaba el año 2022 y también la buena sintonía entre el Partido Popular de Madrid y Vox, que cierra filas contra los populares tras tumbar los presupuestos para 2023 tanto de la Comunidad de Madrid como del Ayuntamiento de la capital. Y es que Rocío Monasterio y Javier Ortega Smith han elevado el tono y han manifestado su abandono a Isabel Díaz Ayuso y a José Luis Martínez-Almeida, debilitando así ambos gobiernos de cara a una legislatura que se espera complicada y marcada por las elecciones del próximo mes de mayo.

Monasterio y Ortega Smith rompen con el PP

Monasterio y Ortega Smith -portavoces del partido de extrema derecha en la Asamblea y en el Ayuntamiento de Madrid, respectivamente- se unieron para hacer una comparecencia conjunta el pasado martes, tras el pleno en el Consistorio. Una manifestación pública nada típica pero que supuso una nueva evidencia de la ruptura de Vox con el PP tanto a nivel regional como local a menos de seis meses de la cita electoral autonómica y municipal y tras obligar a ambas Administraciones a prorrogar las cuentas públicas anteriores.

"Nosotros nos vemos a diario y coordinamos las políticas del partido con un mensaje único y con una dirección única, sin baronías ni batallitas personales". De esta forma corroboró el líder de la formación ultra en la capital este cierre de filas con respecto a los populares madrileños, dejando entrever el cambio de estrategia con el partido que lidera tanto la ciudad como la región. Y es que han pasado de apoyar casi sin condiciones a Ayuso y a Almeida "para alejar a la izquierda de las instituciones" a elevar el tono contra los dirigentes y tumbar sus presupuestos.

De la abstención al voto en contra

Este viraje ya se evidenció en la Cámara regional con el debate del proyecto económico para 2023 presentado por la Comunidad, que encontró frente a él un muro que parecía de barro pero se tornó infranqueable. Monasterio aseguró en un principio su abstención a las cuentas a pesar de no estar de acuerdo con ellas por "responsabilidad política", una decisión que no duró ni una semana ya que, días después, la portavoz ultra dio un giro de 180 grados y anunció su voto en contra.

Todo después de presentar con retraso y fuera de plazo las enmiendas y que Ayuso se negara en las negociaciones a incluir en el proyecto de presupuestos las peticiones de Vox, entre las que se encontraba la derogación de la Ley Trans o retirar los fondos públicos a las organizaciones sindicales. "No voy a intercambiar derechos y obligaciones por presupuestos", aseguró la presidenta madrileña al respecto de este cambio de sentido de la extrema derecha y su decisión de no ceder ante sus exigencias.

Por su parte, Monasterio justificó su postura asegurando que la propuesta de la popular en las negociaciones "humillaba" a sus votantes y que, tras anunciar su abstención en primera instancia, el Gobierno madrileño "se negó a debatir" las propuestas para sacar adelante unas cuentas que contaran con su apoyo. "Siempre hemos sido unos socios leales pero no podemos apoyar unos presupuestos en los que se humilla a los votantes de Vox", explicó la dirigente ultra.

Vox abandona a Almeida

Esta postura no se ha quedado circunscrita únicamente a la Asamblea madrileña, sino que también se ha seguido en el Consistorio, tal y como ha evidenciado la decisión de la formación de extrema derecha de tumbar las cuentas del primer edil y la comparecencia conjunta de Monasterio y Ortega Smith el pasado martes. "Almeida y Ayuso hacen un Madrid de primera y de segunda, un Madrid solo para turistas y para quien se lo pueda permitir", afirmó entonces la portavoz en la Cámara regional en una clara embestida contra los líderes del PP madrileño.

Y es que no solo han cambiado las decisiones, también el tono. Ortega Smith ha acusado al alcalde de "mentir" y de ser un "radical antidemócrata" o de formar parte del "consenso progre", sobre todo en lo relativo a las restricciones de tráfico en la ciudad. Unas acusaciones que casi se repiten o son muy parecidas a nivel regional, donde los de Vox han criticado a Ayuso en innumerables ocasiones por "mentir a sus votantes" y "ceder" ante la izquierda con el escándalo de las residencias o en la sanidad en el centro de la diana.

El giro no solo ha obligado a ambas delegaciones a trabajar en una prórroga de las cuentas para 2023, como ya ha confirmado el equipo del primer edil madrileño, sino que también pone contra las cuerdas a ambos gobiernos de cara al próximo año, que mira hacia la cita electoral del mes de mayo. Hasta entonces, la falta de presupuestos y la mala relación entre el PP y el que ha sido su principal socio hasta ahora van a marcan el camino hacia unos comicios que se esperan tensos, en un escenario en el que Ayuso no podría gobernar en solitario, tal y como apuntan las últimas encuestas.