En función de la zona de Alcorcón en la que vivieras, hasta el inicio de las obras de soterramiento de la A-5 era posible llegar al centro de Madrid en apenas veinte minutos en autobús interurbano. El tiempo se alargaba algo más, por ejemplo, para un mostoleño, aunque la ruta era igualmente directa gracias a que este medio de transporte te recogía más o menos lejos de casa y te dejaba en las dársenas de Príncipe Pío.
Desde que comenzaron las obras hace unos meses, los ciudadanos de los barrios del sur madrileño se vieron obligados a adoptar una alternativa para llegar al trabajo o quedar con su entorno en la ciudad. Las obras son necesarias a ojos de políticos también de signo progresista -se han llevado a cabo con el beneplácito del PP madrileño- pero están dejando patente la diferencia de clases que existe para el alcalde, José Luis Martínez-Almeida; y la presidenta de la región, Isabel Díaz Ayuso, que una vez más diferencian entre ciudadanos de primera y de segunda.
Doble vara de medir
En este sentido, mientras que los autobuses de Arriva -los que circulan por y desde los municipios, de color verde- no llegan al intercambiador, por la misma carretera y hacia el mismo destino -por lo que también deberían estar afectados por las obras- conducen sin ningún problema autobuses privados, camiones de gran tonelaje o de la Empresa Municipal de Transportes de Madrid (EMT), compañía de buses que pertenece al Consistorio de Cibeles.
Alcorcón es una de las localidades afectadas por esta distinción que la derecha hace, lo que supone no solamente que los alfareros -como se conoce a su ciudadanía- pierdan más tiempo en el transporte público, sino que, en ocasiones, se enfrenten a los riesgos derivados del calor. Cabe destacar en este sentido que el intercambiador de Cuatro Vientos es una explanada cuya única sombra es la marquesina de las paradas y que, en función del autobús que necesites para regresar a tu destino, alcanzarlo implica andar durante varios minutos. Esto, en uno de los veranos más cálidos que se recuerda podría haber sido el caldo de cultivo perfecto para que ocurriera algo. Afortunadamente, no ha sido así.
Cuando pasen las temperaturas extremas cuyo fin está cada vez más cerca, este problema ya no se dará, pero no por ello deja de ser necesario reclamar soluciones, pues no es solo que pueda ocurrir un golpe de calor o similar, sino que la cuestión supone una discriminación hacia los municipios del sur.
De carácter tradicionalmente obrero -aunque en algunas de las localidades gobierna y ha gobernado la derecha-, la alcaldesa de Alcorcón, Candelaria Testa, ha querido poner pie en pared contra la doble vara de medir de Cibeles y Sol, así como plantear soluciones. En declaraciones a ElPlural.com, la regidora socialista tiene claro que “hay una acción técnica e institucional que se puede viabilizar”.
“De la misma manera que están pasando camiones de gran tonelaje, autobuses privados hacia Príncipe Pío y también circulan los autobuses de Almeida de la EMT de Madrid, los interurbanos del Consorcio deberían llegar igualmente a Príncipe Pío, más cuando éste ahora es un intercambiador prácticamente fantasma”, expone la edil primera de la ciudad.
Y es que a Testa le parece evidente: lo que hay detrás de esta situación obedece a una cuestión meramente política. “Creemos que no existe ningún problema más allá que no sea el de priorizar el vehículo privado en lugar de reforzar el transporte público”. Así las cosas, han dejado un plazo de un mes a las dos autoridades competentes para que se dé un refuerzo que ya se ha producido en otras aristas del transporte público como la Renfe -dependiente del Gobierno de España- o el Metro -competencia de la Comunidad de Madrid-.
Si el asunto se dilata demasiado en el tiempo podrían ser mínimo dos años los que los vecinos se enfrentarían a la situación que denuncian las presentes líneas. “Ahora los problemas han sido las altas temperaturas, pero en invierno será lo contrario (…)”. Y la lista de las consecuencias es amplia: “La gente va a seguir sufriendo las consecuencias: inseguridad en los accesos, malestar físico e incluso mental (…)”. “Mucha gente, cuando empieza la universidad, no sabe si va a llegar a la primera de clase según la aglomeración que se encuentra en Cuatro Vientos para acceder al Metro o a Renfe en un apeadero inviable”.
La regidora habla de otros problemas como las largas colas que se forman y que nunca antes se habían visto en Alcorcón, e incluso de dejadez de funciones hacia una localidad que aporta 1.086.000 euros al Consorcio para que estas líneas funcionen con la mayor normalidad posible. “La situación es insostenible”, solventa.