Galicia es el Rey (emérito) y el Rey (emérito) es Galicia. La afirmación, correlación de ideas o simple frase hecha, quiere ser convertida en axioma por parte del PP y de la Xunta. A esto habría que sumarle, y seguro que muchos pontevedreses así lo hacen, una pregunta: ¿es Sanxenxo el ejemplo de lo que es Galicia?

Quienes conocen este pueblo, que en verano y puentes se convierte en una especie de capital madrileña del norte, saben que el invierno es muy duro.

Probablemente no sea este municipio el ejemplo de lo que es Galicia, pero sí que ha abierto una relación especial con Juan Carlos I y especial porque cuando va nadie le ve por las calles o tomándose un café en el Paseo de Silgar. No obstatne, la conexión con Sanxenxo, cuyo impulso en los últimos años se ha debido al constructor Telmo Martín, alcalde 'popular' desde hace tiempo con el paréntesis de su doble intento de asalto a la capital de la provincia y una legislatura de diputado en Madrid, y el triángulo que forma con Pontevedra y Marín con el emérito y su sucesor viene de lejos.

“Recuerdo cuando venía por el Carmen a la Escuela Naval Militar de Marín. Un año, debían ser las 12 de la noche, llegaba el séquito. Conducía el propio Rey Juan Carlos, creo que un Mercedes. Pasaba a toda velocidad por la avenida de La Coruña, en Lérez, Pontevedra. La gente, aunque no había redes sociales, sabía que iba a pasar y esperaba y le aplaudía”, rememora para ELPLURAL.COM un vecino que entonces, cuando contaba con 9 o 10 años, vivía en la calle Juan Bautista Andrade. Llegaba a esta zona a las afueras de la ciudad tras aterrizar en el aeropuerto de Santiago. “Era como ver pasar la Vuelta a España, a toda velocidad, de noche y sin distinguir mucho, pero sí lo suficiente como para comprobar que era él el que conducía y nos saludaba”, agrega.

Lo que hoy se escenifica solo en Sanxenxo y como un acontecimiento sin precedentes por todo lo que le precede, antes se vivía en las instalaciones de la armada en Marín, con la presencia del ahora emérito primero formándose y luego como monarca, y después con su hijo, el ahora Rey.

Eran años de esplendor para la monarquía. Momentos en los que, con el beneplácito de una prensa que no publicaba lo molesto, Juan Carlos I se iba ganando el apelativo de 'campechano' y 'cercano' a la ciudadanía. Tanto él en sus tiempos jóvenes, como su sucesor, Felipe VI, en su época de guardiamarina de la Escuela Naval eran habituales en los bailes veraniegos del Liceo Casino de Pontevedra.

Vía de escape pontevedresa

En Sanxenxo, antes de los episodios que le han llevado a la situación actual, era un habitual de sus regatas veraniegas. Hoy, una vez más, la pequeña villa costera, una de las más caras para veranear de España, vuelve a ser la escapatoria para el emérito, como ya lo fue cuando hace más de un año cuando hizo su última parada antes de partir hacia su destino catarí. Este jueves es su primera parada de vuelta a España.

A pesar de lo que digan desde el Partido Popular o la Xunta, la imagen de Juan Carlos I ya no es la misma.

En Sanxenxo, una vez más, le aplaudirán sus acólitos y muchos lugareños. Se sumarán curiosos de la zona que, por unas horas y días, se sentirán próximos a los poderosos que se pasean cada verano por el Real Club Náutico, exclusivo para socios. Pero el emérito, como cuarenta años atrás, no podría conducir el vehículo desde el aeropuerto de Vigo y no solo por la edad o su condición física. Ya no recibiría tanto aplauso a su paso, porque la mochila que porta es demasiado pesada.

Por eso Sanxenxo es otra cosa. Es como esa tierra de la libertad de Ayuso, pero en gallego.

Hoy, por no poder ir, ni siquiera podría acercarse a la calle a la que prestaba su nombre en Pontevedra. Allí, el Gobierno local decidió retirársela, precisamente, debido a sus problemas con la justicia y con Hacienda. La capital de las Rías Baixas dejó de ser 'juancarlista' el año pasado tras acordarlo su Ayuntamiento en diciembre de 2020. Le quitó su nombre a una vía y le retiró al emérito todos los honores que le había concedido la ciudad.

En Sanxenxo, sin embargo, está como en casa. De hecho es la que ha elegido – la de Pedro Campos - antes que ver a su familia, aunque algunas fuentes apuntan a la posible presencia de alguna de sus hijas e, incluso, nietos, pero de manera discreta.

El Club Náutico será el epicentro de la noticia amarilla, azul y rosa durante los próximos días. Alfonso Rueda, nuevo presidente de la Xunta, aunque ya ha anunciado que se verá con él, no ha desaprovechado la oportunidad para insistir en su elogios de esta semana. Solo falta la orquesta Panorama para que el primer viaje a España del Rey emérito cuente con todos los ingredientes de una fiesta en condiciones.

No se sabe si finalmente rememorará sus tiempos de regatista. Lo que parece evidente es que Galicia está de moda y no por el Dépor, el Celta, Tanxugueiras, el Xacobeo, la muralla de Lugo, la catedral de Santiago, Siniestro Total, Gómez Noya, las Rías Baixas y Altas, la Torre de Hércules, Castelao o Rosalía... no. Lo está, como diría Rueda, porque Juan Carlos I la ha puesto en el mapa.