El presidente de la Xunta de Galicia debe estar dando palmas con las orejas. Este 10 de marzo es un día que puede marcar un antes y un después de su carrera política. Él seguirá negando la mayor, pero este martes, los movimientos propiciados desde Murcia y Madrid, suponen el paso definitivo para su salto a la política nacional más allá de sus tiempos de alto cargo ‘popular’.

Lo de tierras murcianas, en el seno de su partido, se veía venir. Y si no que se lo pregunten al todavía secretario geneneral del PP, Teodoro García Egea, originario de allí y campeón de lanzamiento de huesos de aceituna. Lo de Madrid, es la guinda al pastel.

Isabel Díaz Ayuso lleva jugando con fuego desde el inicio de legislatura. Probablemente le ha salvado -lo que son las cosas- la pandemia. Ella quiere ser Aguirre; su súper asesor persigue tiempos pasados de mandamás en Moncloa. Pero la realidad es otra. En estos dos años, sin leyes ni presupuestos, la coalición PP-Cs no ha logrado, ni siquiera, convencerse a sí misma. La sombra de los ultras de Abascal es muy larga.

Feijóo gana sí o sí. Ayuso va a tratar de adelantar las elecciones por todos los medios. Hablará de recursos, de jugadas inconstitucionales, pero sabe que tiene perdida la mano que ha tratado de jugar a última hora. Es muy probable que no haya comicios, sino moción de censura, con Gabilondo que cambia el cargo de Defensor del Pueblo por el de presidente de Madrid. Así lo aseguran fuentes de la Asamblea madrileña consultadas por este medio. En política los tiempos, como las formas, cuentan y la publicación en el Boletín Oficial correspondiente tiene toda la importancia.

Y claro, en esto Feijóo gana, vaya si gana. Esa moción le beneficia porque, aunque Ayuso y sus huestes mediáticas lancen sus proclamas trumpistas de “libertad” o “socialismo”, el vencedor es el gallego por, entre otras, dos razones.

Ayuso, líder sin méritos

Por una lado, este movimiento liquida, en el buen sentido del término, a quien sin comerlo ni beberlo, es decir, sin mérito alguno, llegó primero a la dirección ‘popular’ madrileña, luego fue candidata de transición para, finalmente, convertirse en presidenta vía ultras perdiendo una elecciones que llevaba el PP arrasando desde hacía casi 20 años.

El éxito de la estrategia política de Ayuso ha sido únicamente el de enfrentarse continuamente y en muchas ocasiones de manera absurda al Gobierno Central. Siempre, detrás de esos ataques, ha hallado a un grupo de medios y periodistas nostálgicos del anterior régimen (el de Esperanza Aguirre). A su lado ha tenido al súper asesor MAR quien, tirando de esa caballería mediática, ha tratado de camuflar como espontaneidad sus meteduras de pata.

Feijóo ha esperado su momento, tirando de moderación (en Galicia se la niegan), como si de un martillo neumático se tratara. A veces, incluso, con palo y zanahoria. El resultado es que Casado, se hunde con Ayuso. Es lo que tiene ser su gran valedor y defensor.

A la espera está el gallego. La otra de las razones con las que cuenta para dar el salto a la capital si se confirma que habrá moción de censura, es que solo queda él como salvador del partido. Tras las debacles de Cataluña, el tortazo de Murcia y la jugada de Madrid, con una Andalucía cogida con alfileres, Feijóo es el gran superviviente.

Al de Os Peares muchos observarán, ahora sí, como el salvador de un PP a la deriva. Sin saber si girar a la derecha o tomar la calle del medio. Es curioso como, una vez más, a Núñez Feijóo le salen bien las cosas. A lo mejor es que ya no es un tipo con tanta suerte, sino que es listo. O a lo mejor, como buen gallego, es que haberlas hailas.

Y si hay elecciones, también saldrá ganando, aunque en este caso tanto él, como Ayuso se lo jugarán a la carta del resultado final, salvo pacto previo de no agresión (verbal). De todas manera, lo que parece evidente es una intervención de los tribunales para dirimir si hay moción o comicios.