Muchas madres de antaño, conocedoras a fondo de los verdaderos talentos de sus hijos, solían decir a menudo ‘mi nene es muy apañado para sus cosas’. Querían decir con ello que el niño era un hacha, sí, pero un hacha roma, demediada, con buen filo solo en uno de sus extremos, un hacha que cortaba bien y de un tajo únicamente las cosas cuya leve consistencia estaba al alcance de la fuerza y destreza del nene. Aunque no son niños, es lo que suele pasarles a los abogados del Estado cuando se meten en política.

Edmundo Val se sacó la oposición de abogado del Estado en solo dos años, cuando al parecer suelen necesitarse más bien cuatro. Un hacha, pues, como opositor. Por eso se entiende mal que, siendo tan listo, no le advirtiera a su jefe Albert Rivera que su negativa a gobernar con Pedro Sánchez y su empeño en adelantar electoralmente al PSOE eran un suicidio que cualquier madre dedicada a sus labores habría pronosticado sin pestañerar y sin necesidad de haber opositado nunca al cuerpo de letrado del Estado. Edmundo Bal es, ciertamente, muy apañado, pero solo para sus cosas.

Los periodistas que le han tratado coinciden en retratarlo con trazos muy favorables: látigo contra la corrupción en las causas en que representó los intereses púbicos como abogado del Estado, aficionado al rock, músico de batería él mismo, amante de las Harley-Davidson, buen deportista, corredor de fondo, meticuloso en su trabajo, buen encajador de la derrota, entusiasta en las circunstancias más adversas y sin embargo… sin embargo fue mudo, sordo y ciego ante el tsunami que, en un abrir y cerrar de ojos, reduciría los 52 diputados de su partido a solo 10.

Dado que los estrategas de la campaña de Edmundo Bal han abusado de su nombre para hacer con él juegos de palabras que tuvieran gancho electoral, los hemos imitado a la hora de titular este perfil de urgencia que, más allá del ripio, intenta reflejar la colosal envergadura del encargo imposible que Inés Arrimadas le hizo a Bal al montarlo en esa moto gripada que es Cs y mandarlo a la carrera de Madrid no para ganar ni tampoco para no perder, sino simplemente para no morir.

Cs puede quedarse sin representación en la misma Asamblea donde hace solo dos años logró 625.000 votos y 26 diputados, la mayoría de los cuales, si no todos, irán al Partido Popular, lo cual evidencia que en España no hay manera de construir un partido de centro o bien porque no hay centristas o bien porque los que dicen serlo son en realidad tan de derechas como los del PP.

En el debate de anoche volvió a certificar cuánta razón tenían las madres de antaño: Edmundo es muy apañado como abogado del Estado, como motero, como corredor o como baterista, pero ninguna de esas habilidades le sirvió anoche para marcar perfil ni parece que vaya a servirle de aquí a a las elecciones para salvar a Cs de sí mismo.

Si lo hace, si Cs logra mantener representación en la Asamblea de Madrid, habrá que quitarse en sombrero ante los talentos de Bal… y esperar a ver cuánto tarda su partido en dilapidar la menguada cosecha de votos y escaños del 4M.