Dicen las malas lenguas que no se miran de frente, aunque aparenten un matrimonio bien avenido; pero, cuitas aparte, y especialmente durante los últimos cuatro días de tormenta política, han aguantado el tipo, aunque fuera a duras penas, y todo indica que lo seguirán haciendo, al menos hasta que vislumbren el futuro después de las municipales de mayo.

Ahí, unos y otros comprobarán si se necesitan tanto. Y, especialmente los populares, verán si tienen que seguir colgándose del cuello de Vox y persistir pactando, o pueden “romper peras” y convocar unas (otras) elecciones anticipadas antes de que acabe el año, para minimizar el sufrimiento.

A la pregunta de si la coalición corre peligro, después de tanto sinsabor con las medidas antiaborto y el maremoto que ha inundado el país, en Vox nadie atiende al teléfono y en el Partido Popular dan largas cambiadas.

Mientras se supone que alguien en la Consejería de Sanidad redacta a toda prisa un protocolo que nadie ha visto para que alguien lo firme, y conseguir así equilibrar la balanza entre lo que el vicepresidente afirma y lo que el presidente rechaza, para que todo cuadre, escuchan el tictac de las agujas del reloj esperando que el tiempo corra y esto se olvide.

Tampoco sabe nadie, o nadie cuenta, lo que dirá el protocolo, finalmente, si acaba firmándose, ni qué instrucciones se darán a los equipos médicos, que esta mañana del lunes, a pesar del anuncio de que el “paquete de medidas” entraba en vigor, no tenían ninguna.

Pero se trata de que la marea baje y así, el jueves que viene, cuando la ciudadanía se haya echado esto a la mochila, como otras tantas, se vuelva a poder comparecer en la rueda de prensa del Consejo de Gobierno para anunciar una más.

Falta de autoridad en el PP

Cuando Alfonso Fernández Mañueco “fusiló” a sus socios de Ciudadanos y se arriesgó a convocar elecciones, hace un año, le cuadraban más los números, y el resultado no fue el esperado, de modo que ahora, cuando sospechan que la ciudadanía ha perdido la fe en un PP que se deja arrastrar por Vox y muestra falta de autoridad, los números salen menos.

Así pues, toca esperar a las municipales, porque sería una temeridad convocar sin red salvavidas.

Si el PP consigue buenos resultados y las encuestas arrojan fumata blanca, diversas fuentes apuestan por una nueva convocatoria anticipada. Si no, hay que seguir aguantando hasta que el viento cambie de dirección.

Es difícil que alguien explique por qué se permite que el vicepresidente Gallardo baje al salón de actos del Palacio de la Asunción a soltar una bomba como la del jueves pasado, sin que haya nada escrito, ni se conozcan los detalles, ni se hayan calibrado las reacciones ni las consecuencias a nivel social, y, por añadidura, ante el silencio cómplice del portavoz de la Junta, del PP, que sólo sigue instrucciones.

Y no es la primera, porque antes, lo hizo para anunciar las primeras ayudas a los afectados de la Sierra de la Culebra y los recortes a empresarios y sindicatos que tumbaban el diálogo social.

Sin duda, la única explicación posible es que Gallardo sabe que de él depende que Mañueco siga sentado en la Presidencia, y apura sus fuerzas.

Lleguen las ayudas o no a los afectados por los incendios de Zamora, se reduzcan los millones comprometidos en subvenciones a sindicatos y empresarios o se pongan en marcha nuevos protocolos en las consultas de ginecología, el caso es que Vox consigue sus propósitos.

Gallardo aparece ante los suyos como el conseguidor en el primer gobierno en el que Vox puede sacar pecho de hacer lo que dice, aunque sólo lo diga.

Da igual si todo son apariencias, o palabras que se lleva el viento.

El caso es que, el pupilo de Abascal copa portadas de prensa y su foto se puede ver por todas partes. Que hablen de uno, aunque sea para mal.

¿Qué vicepresidente de gobierno de una comunidad autónoma ha conseguido eso, sin haber sido condenado por sentencia judicial?

Vox, aunque no gestione, lidera la agenda política, y arrastra a su socio, sacando de vez en cuando del cajón aquel acuerdo de gobierno que sirve como pasaporte para cualquier cosa. Aunque todo sea ficticio, aunque se desmienta, Gallardo sostiene y no enmienda.

Porque ahí, y sólo ahí, reside su notoriedad.