A la actual presidenta de la autodenominada Asamblea Nacional Catalana (ANC), Elisenda Paluzie, le debemos la autoría personal e intransferible de una de las declaraciones más definitorias, categóricas y vergonzosas que el movimiento separatista catalán nos ha ofrecido hasta ahora. Es este un mérito incuestionable, que Paluzie Hernández ganado a pulso y en lucha abierta con muchos competidores. La tal Paluzie Hernández, sucesora en la presidencia de la ANC de los ahora condenados y encarcelados Carme Forcadell y Jordi Sánchez, justificó sin ambages la violencia y el vandalismo que durante estas últimas jornadas han asolado sobre todo a la ciudad de Barcelona pero también a otras ciudades catalanas e incluso a diversas e importantes infraestructuras públicas, explicando que todas estas acciones “hacen visible el conflicto” de Cataluña.

Elisenda Paluzie consiguió superarse a sí misma con estas declaraciones, sin duda alguna merecedoras de la consideración de incitadoras a la violencia y los desórdenes públicos, con la más que probable comisión de un delito de odio. La presidenta de la ANC, entrevistada en directo en el programa matinal de TV3 y al hacer referencia a los graves disturbios provocados por algunos grupos de jóvenes secesionistas, bastante numerosos pero no mayoritarios entre los que se manifestaban en Barcelona, dijo textualmente esta solemne sandez: “Son estos incidentes los que hacen que estemos en la prensa internacional de manera continuada estos días, es decir, que hacen visible el conflicto”.

Debió sentirse muy satisfecha y orgullosa, la tal Paluzie Hernández, como debieron quedarse también los restantes dirigentes de la ANC que preside, ya que ni uno solo de ellos cuestionó estas insensatas e incendiarias palabras. Tampoco conozco ninguna voz de la dirigencia separatista que las haya criticado, a diferencia de lo que han hecho representantes de la totalidad de las fuerzas políticas, tanto en Cataluña como en el resto de España. A destacar la inusitada contundencia verbal del PNV, cuyo portavoz en el Congreso de Diputados, Aitor Esteban, dijo que “aquí, en Euskadi, sabemos algo de la violencia, y con la violencia se va a peor y perjudica a los que defienden la causa independentista”, para terminar con unas palabras lapidarias: “Lo mejor es dejar las cosas claras. Me parecieron sorprendentes las declaraciones de Paluzie”.

Lo que me parece más curioso de todo esto es que TV3, al menos que yo haya visto, no ha vuelto a emitir ni una sola vez más las tan traídas y llevadas declaraciones de la tal Paluzie Hernández. No obstante, ni en la misma ANC que preside ni tampoco en el conjunto del separatismo catalán nadie se ha atrevido a censurarla, a criticarla o a desautorizarla. De una manera u otra, con su silencio al respecto todos ellos se han convertido en cómplices pasivos del fanatismo de una dirigente que con sus soflamas provocadoras desmiente rotundamente las apelaciones que la primera presidenta de la ANC, la ahora condenada y encarcelada Carme Forcadell, ha hecho recientemente a la necesidad que el secesionismo catalán tiene de “empatizar” con todos aquellos que no comparten esta opción política.

Es evidente que las declaraciones de Elisenda Paluzie a TV3 no son la mejor forma de empatizar no ya con los muchísimos ciudadanos de Cataluña que no somos separatistas sino simplemente con cualquier persona, catalana o no, que desee una convivencia libre, pacífica y ordenada.

Las palabras de Paluzie Hernández son mucho más importantes y reveladoras de lo que parece. Porque el mismo presidente de la Generalitat, Quim Torra, todavía sigue sin condenar de forma clara, rotunda e inequívoca la brutal violencia que se ha producido en distintos puntos de Cataluña durante estas últimas semanas, y no solo en algunas calles, avenidas y plazas más o menos céntricas de la ciudad de Barcelona sino también en otras muchas poblaciones y asimismo con disturbios graves contra importantes infraestructuras públicas. Más aún: Torra, tan remiso a condenar pública y contundentemente a los vándalos y a ordenar su persecución por parte de las fuerzas de orden público que están a sus órdenes -los Mossos d’Esquadra-, ha criticado con gran dureza los posibles y hasta ahora todavía no comproprobados excesos de los cuerpos y fuerzas de seguridad pública, exigiendo al respecto toda clase de depuraciones, destituciones y dimisiones.

Los dirigentes visibles del secesionismo catalán -tanto da que sea Quim Torra o Elisenda Paluzie, Carles Puigdemont o Jordi Sánchez, Oriol Junqueras o Eduard Pujol, Laura Borràs o Toni Comín, Jordi Cuixart o Clara Ponsatí, o cualquier otro u otra- no quieren caer en la ineluctable invisibilidad de un proceso unilateral de transición nacional, el tan famoso procés´porque saben que todos ellos van a acabar devorados por el acelerado paso del tiempo, inapelable en esta época del culto a lo efímero y de la imposición de la tiranía de la obsolescencia programada. Como se resisten a ir a parar, ellos también, a la papelera de la historia, recurren a todo cuanto sea necesario para poder mantener por algún tiempo más su visibilidad personal, la visibilidad de un procés que no da ya más de sí. Y para ello llegan incluso a la bajeza moral y política de justificar, o al menos de no denunciar, a todos aquellos que, con su brutalidad, su vandalismo, su violencia y todos sus ataques contra la libre, pacífica y ordenada convivencia ciudadana, les ayudan a mantenerse visibles.