El presidente catalán, Artur Mas (3i), el cabeza de lista de Junts pel Sí, Raül Romeva (i), el presidente de ERC, Oriol Junqueras (4i) y la integrate de la candidatura Carme Forcadell (5i), entre otros, durante la celebración con sus simpatizantes de los resultados electorales dentro del recinto del Born Centre Cultural de Barcelona. EFE



Ni DUI ni Mas
El candidato de las CUP, Antonio Baños, lo dijo la noche del domingo a sus compañeros de partido: ni hablar de una declaración unilateral de independencia ni de investir a Artur Mas. Mientras un exultante Francesc Homs, hombre fuerte de Mas, arengaba a las personas que se habían dado cita en el centro cultural del Born, meca del independentismo, los dirigentes de las CUP hacían un análisis más frío de los resultados electorales de éstas catalanas.

El propio Baños fue muy claro en su exposición. Dijo que los votos sumados de Mas y de ellos no alcanzaban los mínimos razonables para proceder unilateralmente a declarar la independencia, la famosa DUI; que hasta el PP catalán tenía más diputados que las CUP y que no iba a dejarse presionar por nadie y menos por Mas. Primero, que den explicaciones del tres por ciento y de las privatizaciones que han hecho en sanidad. Con Mas no vamos a ningún lado, sentenció.

Un punto de vista compartido por la dirección de la formación radical independentista, que nunca vió con buenos ojos los abrazos de David Fernández, su ex líder, con Artur Mas ni la actitud demasiado complaciente de Fernández con los Pujol en la comisión que trataba de la corrupción catalana. Baños, en cambio,  goza de sólidos apoyos dentro de su partido y supone un cambio importante respecto a lo que se ha visto hasta ahora.

La hoja de ruta de la CUP puede gustar o no, pero no engaña a nadie: república catalana, anti Unión Europea, anti Euro, vínculos con Herri Batasuna y defensa de Arnaldo Otegui. Y, con Baños, se añade un rechazo frontal a colaborar con personas que han llevado a término políticas derechistas de recortes o que estén implicadas en asuntos de corrupción.

Cuando Mas apareció diciendo que Catalunya había ganado el plebiscito gracias a la unidad, incurrió en tres mentiras: Catalunya es algo más que él y su partido, las elecciones no eran un plebiscito y de unidad, nada.

¿Puedo hacerle caso a Arrimadas, sabes?
Desde ayer por la noche, los teléfonos no han dejado de sonar en la sede de las CUP. Mas quiere hacerse la foto de la victoria junto a Romeva, Junqueras y Baños en el palacio de la Generalitat. Pero éste último se niega. En conversación telefónica, el líder de Junts pel Sí lo ha llegado a amenazar con hacer caso de la propuesta de la líder de Ciutadans en Catalunya, Inés Arrimadas, que pidió celebrar unas nuevas elecciones. Baños le respondió que estaba en su derecho, pero que, si seguía la línea de Arrimadas, debía hacerlo al cien por cien, en el sentido que ésta también exigía la dimisión de Mas.

Como es lógico, la actitud de las CUP no gusta nada en el círculo de Mas, que ya acaricia la posibilidad de explorar otro tipo de pactos de los llamados inconfesables, porque ninguno de sus electores entendería un acuerdo, aunque solo fuera de investidura, con Catalunya Sí que es Pot o incluso con el PSC. Por otra parte, fuentes de las dos formaciones de izquierdas niegan en redondo que ese escenario esté planteado encima de la mesa. Los delirios de los ayudantes de campo de Mas les llevan a creer que sus deseos son la realidad.

Así las cosas, se impone la estrategia que éste comentarista apuntaba hace unos días: sustitución de Mas por Romeva y Junqueras, que o se alternarían en la presidencia o se repartirían los cargos de presidente y conseller en cap, reparto de carteras de común acuerdo con la CUP, pacto social, proyecto de independencia a cuatro años vista, negociación con el estado – aunque ésta tesis la defienden más los sectores convergentes y una parte de Esquerra que no las CUP – y defenestración, junto a Mas de todos sus hombres de confianza.

A día de hoy, en CDC la pregunta es ¿quién puede sustituir a Mas? Se barajan algunos nombres como el del ex alcalde de Barcelona, Xavier Trias, persona con una sólida carrera política y de una ejecutoria dialogante. Pero la cuestión de mayor peso no es quien quiere encargarse del Titanic nacionalista, sino quien podría aportar los diputados que le faltan a Junts pel Si para poder formar gobierno.

La respuesta la sabe Baños. Y quizá también Junqueras…