Bajo la estelada se esconden muchas sensibilidades distintas y generalizar, como sabe cualquier no nacionalista, más que malo es perverso. Pero está claro que quienes han tomado el mando de la comunicación del Procès en las últimas semanas, vienen todos de la parte alta de la Diagonal, o de los ricos viñedos del Priorat. Es decir, no son d'eixe món.

No es que diga yo que haya que quemar contenedores, poner barricadas o disparar tornillos con tirachinas industriales, pero entre eso y encerar la Diagonal, se me ocurren vías intermedias bastante menos estilosas. Lo de sacar pequeñas cantidades de dinero de los cajeros para colapsar el sistema bancario, me recuerda al chiste de la hormiga que harta de estar detrás de un elefante que no le deja ver la pantalla en el cine, se coloca delante de él, se gira y le espeta. "¿A que jode?".

La última acción programada de la que tenemos noticia es la de inundar Soto Del Real con cartas y postales dando ánimo a los Jordis. Acto que, más que ayudar, banaliza su injusta y arbitraria encarcelación. No se pueden proponer acciones tan marca Lacoste, cuando el discurso independentista habla de opresión, sometimiento e, incluso, esclavismo. Sí, no se sorprendan, el pasado jueves en un medio catalán se entrevistaba a un afroamericano y al periodista no se le ocurrió otra cosa que decirle que alguien que es descendiente de esclavos debería entender muy bien el "deseo de libertad del pueblo catalán"

De la misma forma, no se puede editar un vídeo en el que sólo faltaba que al finalizar apareciera un letrero diciendo que la protagonista fue fusilada por las fuerzas opresoras al acabar la grabación, y a renglón seguido proponer que, como medida de protesta contra la Constitución y la monarquía, este invierno durante el puente del 6 de diciembre nadie vaya a esquiar a Baqueira (esta propuesta es mía, pero se la regalo por si no se les ocurre nada mejor). 

Sin duda, se esté de acuerdo o no con él, el movimiento independentista ha dado sobradas muestras de buena organización y de pacífica acción. Pero conforme se ha ido acercando el momento de dar el salto al precipicio, se ha apoderado de él un histrionismo que puede dar al traste no sólo con el mensaje, sino también con la parte de razón que pudiera tener.