Cambio de escenario. La política en Cataluña está paralizada desde octubre de 2017. Las elecciones del 21D deberían haberle dado salida, pero los resultados mantuvieron los dos bloques: independentistas de un lado y no independentistas del otro.

No obstante, los dos bloques no son monolíticos. Dentro del independentismo están JxCat, PDeCAT, ERC y la CUP. Los intereses de todos ellos no siempre son coincidentes. La detención de Carles Puigdemont en Alemania ha sacudido el mundo soberanista. Aunque previsible que llegara el momento, pocos habían previsto la solución. JxCat se pasó toda la campaña electoral prometiendo el retorno de Puigdemont si ganaba las elecciones y su restitución como president. Hubo el intento con una investidura telemática, pues Puigdemont no se quería ver en la cárcel. El TC lo paralizó y el presidente del Parlament, el republicano Roger Torrent, se avino a dejar en suspenso la investidura. El mundo independentista estuvo mareando la perdiz y puso encima de la mesa un consejo de la república presidido por Puigdemont desde Bélgica y con una asamblea paralela al Parlament. Aunque era anómalo e incluso irregular, era una salida para Puigdemont. Siguiendo con el pulso con las autoridades judiciales, JxCat propuso a Jordi Sànchez, sabedores que tampoco sería president. Y el plan C también estaba abocado al fracaso: Jordi Turull sería el candidato frustrado por el procesamiento de Turull y su ingreso en la cárcel el viernes.

Dos bloques

La detención de Puigdemont ayer domingo por la mañana en Alemania puso encima de la mesa la necesidad de buscar salidas que dejen atrás los dos bloques en los que hasta ahora se ha dividido Cataluña, tanto la política como la social.

Los discursos de Miquel Iceta y Xavier Domènech el sábado en el Parlament ya exploraban buscar la transversalidad. Desde ERC, aprovechando el rol institucional de Torrent, se propone un frente democrático amplio que supere, también, las barreras de dos bloques.

Tras la detención de Puigdemont, Torrent se ha fijado entrevistarse con la sociedad civil. Los primeros en ser llamados han sido los grandes sindicatos, UGT, CCOO y Unió de Pagesos, y las patronales Pimec y Cecot, ambas enfrentadas a Fomento del Trabajo (la CEOE catalana).

Por su parte, el bloque independentista ha presentado en el Parlament sendas proposiciones para que Puigdemont y Sànchez puedan ser candidatos a president. Tanto la CUP como una parte sustancial de JxCat han vuelto a la primera pantalla: Puigdemont debería ser el candidato a la Generalitat. Aunque los socios de ERC mantienen en público que Puigdemont sigue siendo el candidato preferido, en privado se muestran cautos y escépticos ante esta posibilidad. Incluso diversos sectores del PDeCAT también ven una cortina de humo la propuesta de Puigdemont candidato. Algunos actores independentistas ven esta propuesta una muestra para contentar a la parroquia soberanista, muy alicaída tras los últimos acontecimientos.

Incluso hay quién lanza esta pregunta retórica: "¿Se puede implementar la república catalana el día después de investir a Puigdemont? No. Como tampoco se podía el 27 de octubre".

Diferencias

En el bloque constitucionalista también hay diferencias. Ciudadanos sigue instalado en el bucle de que ellos son los únicos que paran la independencia. Además, ahora han puesto en el punto de mira a Torrent. No les gusta como presidente del Parlament. Por esto, le piden que dimita. Por reglamento, el presidente del Parlament sólo puede dejar de serlo por inhabilitación, dimisión o defunción. Torrent no piensa en dimitir y hace todo lo posible para no ser inhabilitado, a pesar de que desde JxCat y la CUP se fuerzan situaciones, pero Torrent se blinda con los letrados. El PP, por su parte, lo fía todo a las decisiones judiciales y del Gobierno.

Comú-Podem, por su parte, está de acuerdo en el frente democrático que ha iniciado Torrent. Xavier Domènech ya apareció el sábado al lado de los dirigentes independentistas cuando Torrent apuntó hacia esta posición.

La sorpresa, no obstante, ha venido hoy lunes cuando el líder del PSC, Miquel Iceta, no ha descartado participar en un gobierno de concentración de todas las fuerzas parlamentarias o, en su defecto, de una amplia mayoría.

La propuesta de Iceta

Para Iceta se deben encontrar salidas que recuperen las instituciones y levante la aplicación del 155; que impulse la economía; que proponga un pacto social y que profundice en el autogobierno y mejore la financiación. Sobre estos cuatro puntos podría haber un consenso generalizado. El PSC se ha propuesto romper bloques, lo que ahora resulta difícil. Las rencillas de los últimos meses están demasiado cercanas.

Iceta pone como condiciones para que el PSC estuviera en un gobierno de concentración: respeto a la legalidad; volver a la política y que los acuerdos fueran fruto del consenso.

Solo Ciudadanos y PP están conformes a la judicialización de la política catalana. Se exploran salidas políticas.