ERC perseguía tres coronas y han obtenido dos. Ha ganado las elecciones municipales en Cataluña, ha superado a Ada Colau por 4.000 votos en Barcelona pero ha perdido claramente con Carles Puigdemont  en las europeas. Las encuestas acertaron y el empate técnico de Comunes y republicanos en la capital catalana se reproduce en Lleida entre ERC y PSC, en Tarragona entre PSC y ERC y en la Diputación de Barcelona. En el Área Metropolitana el PSC escenifica su remontada general con una victoria clara, el cinturón rojo vuelve a ser rojo. La grieta entre Puigdemont y el PDeCAT se agranda y la rivalidad con ERC se acentúa. Puigdemont es hoy una marca política que no tiene partido.

El republicanismo es un punto de encuentro entre Colau y Maragall pero no Barcelona como capital de la república

Los mensajes cruzados en la misma noche electoral entre Maragall y Colau anuncian una nueva fase de juegos semánticos. Colau le tendió la mano para un gobierno de izquierdas, tal como hizo durante toda la campaña, y Maragall proclamó la “Barcelona republicana” que no es exactamente lo mismo que la “capital de la república” de la que habla continuamente Puigdemont y el propio aspirante republicano había utilizado en algunas ocasiones. El republicanismo y sus tradicionales valores es un punto de encuentro con los Comuns pero no así la consideración de la ciudad como capital de una república “que no existe” como dijo en su día Colau.

La suma de ERC y Comuns se quedaría a un concejal de la mayoría absoluta, aunque es muy pronto para dar crédito a este pacto. El derrumbe emocional de los Comunes por su derrota  fue público y evidente y habrá de esperarse a la recuperación del ánimo para ver hacia donde viaja Ada Colau para afrontar la nueva etapa. De no producirse un pacto contra Ernest Maragall, éste, con los mismos concejales que Ada Colau, tiene una salida natural para gobernar con los cinco concejales del PDeCAT, que sufrió ayer un seria derrota en Barcelona, perdiendo cinco asientos en el pleno, los mismos que ganó ERC.

El socialista Jaume Collboni también dobló sus concejales pero solo le sirven para estar a la espera de acontecimientos; Manuel Valls y su joint venture con Ciudadanos fracasó estrepitosamente, mientras el PP, contra todo pronóstico, consiguió mantenerse en el pleno barcelonés por una décima. El PSC tendrá muchos escenarios de negociación con ERC en los que se pondrá blanco sobre negro el grado de vigencia del cordón sanitario del 155. Miquel Iceta decretó el final de la travesía del desierto de los socialistas catalanes pero los portavoces de ERC insistieron en que su fuerza se pondrá al servicio de los políticos presos.

ERC y PSC tendrán muchos escenarios para poner a prueba su temple político, gracias a los empates en la Diputación de Barcelona, corporación clave para la política municipalista, en Lleida, Tarragona e incluso en Badalona, donde Xavier García Albiol ganó las elecciones escondiendo todo lo que pudo las siglas del PP, pero sin asegurarse la alcaldía de darse un pacto de todos contra Albiol como ocurrió hace cuatro años. En este consistorio, ERC comparecía aliado a Guanyem Badalona (la CUP y soberanistas de los Comunes) y deberán contar con el PSC para vencer al PP; les separa un concejal, pero los socialistas detentaron la alcaldía en los últimos meses y este puede ser un factor diferencial respecto a la anterior experiencia.

Carles Puigdemont ganó las elecciones europeas en Cataluña con casi un millón de votos y Oriol Junqueras quedó tercero por detrás de Josep Borrell. Esta victoria del legitimismo consolida al ex presidente de la Generalitat como una fuerza personalista fuera del alcance de ERC en su cuerpo a cuerpo para liderar el movimiento independentista. Las consecuencias de este éxito, al margen de si podrá acceder o no al acta de eurodiputado, son difíciles de calcular respecto del difícil equilibrio existente en el gobierno Torra, dada la victoria de los republicanos en las municipales. Puigdemont apuntala su liderazgo moral, pero Junqueras afianza su poder territorial a cuenta del PDeCAT que solo puede lucir su victoria en número de pequeños municipios y su resistencia en Girona.

La distancia entre Puigdemont y los restos del naufragio del PDeCAT quedaron patentes en la noche electoral. Mientras Elsa Artadi comparecía para intentar capitalizar el éxito de Waterloo en las europeas para endulzar la inapelable derrota en Barcelona, Puigdemont contraprogramó su salida ante los medios, enmudeciendo a su compañera de partido. Buena parte de los dirigentes de JxCat no pudieron consolar a Artadi porque se estaban desplazando a Bruselas para compartir el éxito de su “presidente legítimo”.