¿Se abre tal vez un cambio de tercio en la política de alianzas seguida hasta ahora por CiU? ¿Tiene algo que ver este supuesto cambio con el reciente congreso del PSC, con la elección de una nueva dirección liderada por Pere Navarro que se manifiesta dispuesta a llegar a pactos y acuerdos con CiU para superar la actual crisis económica, siempre que ello no sea a costa de recortes en las políticas sociales? ¿Cuál será la reacción del PP en Cataluña, si CiU se mantiene en la oposición en el Congreso de Diputados y en el Senado? Son estos unos interrogantes que quedarán aclarados en las próximas semanas y de los que depende en no poca medida la evolución a medio e incluso a largo plazo de la política catalana, con repercusiones sin duda muy importantes en el conjunto de la política española.

Mariano Rajoy tiene ampliamente garantizada la estabilidad parlamentaria de su Gobierno, merced a las mayorías de que dispone tanto en el Congreso como en el Senado. A buen seguro que el ya nuevo presidente del Gobierno de España desearía poder contar con los apoyos no sólo de UPN y FAC sino también de otras formaciones políticas con mayor peso político, en especial de CiU pero también del PNV, CC y tal vez UPyD. Pero no le son imprescindibles, a diferencia de lo que le sucede a Artur Mas en la Generalitat, ni a Xavier Trias en el Ayuntamiento de Barcelona, ni a Salvador Esteve en la Diputación de Barcelona, por citar tan sólo a las tres principales administraciones públicas catalanas en las que CiU gobierna gracias al apoyo del PP, y en las que sólo tendría garantizada la estabilidad si cambiase este apoyo por el del PSC.

No obstante, las políticas impulsadas por CiU en estas administraciones coinciden mucho con las enunciadas por Mariano Rajoy a lo largo de su sesión de investidura. Los graves recortes ya practicados en el gasto social, el incremento de tasas y precios en servicios públicos, así como unas políticas de nombramientos que pretenden hacer tabla rasa con el más reciente pasado -ahí está, por poner un solo ejemplo, la sustitución al frente del emblemático Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB) del filósofo progresista Josep Ramoneda por el periodista nacionalista Marçal Sintes-, aparentemente se asemejan mucho a la previsible línea de actuación política del nuevo Gobierno del PP presidido por Mariano Rajoy. De ahí que resulte aún más extraño y sorprendente que los diputados de CiU no sólo no hayan apoyado al máximo dirigente del PP en su investidura presidencial, sino que ni tan sólo se hayan abstenido –como han hecho los representantes de Amaiur, PNV y CC- y se hayan sumado al voto contrario de todas las formaciones de izquierdas –PSOE, IU, ICV-EUiA, BNG, Cha, ERC, GeroaBai y Compromís-Equo- y a UPyD.

En los próximos meses habrá que observar con gran atención hasta donde llega este doble juego político de CiU y qué consecuencias tiene tanto en la política catalana como en el conjunto de la política española. Aunque en Cataluña CiU tiene una supremacía indiscutible y muy clara, mientras que en el conjunto de España su influencia queda muy reducida a causa de la cómoda mayoría absoluta del PP.

Jordi García Soler es periodista y analista política