Aunque es cierto que no siempre se cumplen las previsiones de los estudios demoscópicos, todo apunta a que las coincidencias entre las encuestas conocidas pueden cumplirse el próximo 20-N. En toda Europa los partidos gobernantes, tanto da que sean conservadores o progresistas, están sufriendo castigos muy duros en todos los comicios y parece lógico que esta tendencia se produzca también en nuestro país. De ahí la singularidad del caso de Cataluña, en donde todo indica que el PSC, tras haber sufrido ya dos severas y muy contundentes derrotas en las últimas elecciones autonómicas y municipales, podría revalidar su histórica condición de primera fuerza en las elecciones generales, como ha venido haciéndolo sin excepción desde 1977, esto es durante más de treinta años y en diez convocatorias consecutivas.

La novedad de este 20-N en Cataluña afectaría principalmente a CiU, que tras sus dos rotundos triunfos electorales en los pasados comicios autonómicos y municipales podría verse superada por el PP, que además podría prescindir del apoyo parlamentario de la federación nacionalista si finalmente obtuviera la mayoría absoluta. El PP, que de la mano y con el apoyo de CiU ha alcanzado ya notables cuotas de poder institucional en Cataluña –comparten el equipo de gobierno de la poderosa Diputación de Barcelona y se intercambian apoyos en municipios tan importantes como los de Barcelona o Badalona-, podría acabar convirtiéndose en un competidor electoral directo para la federación nacionalista.

Si el próximo 20-N se confirma este nuevo triunfo electoral del PSC, el congreso de los socialistas catalanes puede y debe abrir una nueva etapa para este partido, con un nuevo liderazgo y sobre todo con un nuevo proyecto político, inequívocamente de izquierdas, socialdemócrata y catalanista, capaz de recuperar el terreno perdido por los indudables errores cometidos durante los últimos años.

Jordi García-Soler es periodista y analista político