La transformación digital de las organizaciones ha dado un paso muy importante con el parón de la pandemia: el teletrabajo, la telemedicina y la teleenseñanza han irrumpido en nuestras vidas y se han incorporado a la nueva realidad a la que tendremos que adaptarnos lo antes posible para neutralizar las consecuencias negativas de la crisis provocada por el virus.

Todos los usos y las costumbres se han visto afectadas. Los pagos en papel moneda se han reducido y han cedido protagonismo al dinero electrónico. El PSOE ha presentado una proposición no de ley (PNL) en el Congreso que contempla la eliminación gradual del dinero en efectivo. Por su parte, el Ministerio de Hacienda estudia rebajar a 1.000 euros los pagos en metálico como parte de su plan de medidas para combatir la economía sumergida y el fraude fiscal.

Nada más conocerse la presentación de la PNL han surgido las voces de los intereses afectados por la propuesta. Las primeras, las de las compañías que se dedican al transporte de dinero en efectivo que verían mermada su actividad hasta su completa desaparición. También los fabricantes de cajeros automáticos se quejarán en cuanto puedan.

Entre los economistas, uno de los primeros en oponerse desde la izquierda a la propuesta socialista ha sido el catedrático andaluz Juan Torres que considera la iniciativa un regalo a los bancos y ha planteado el debate sobre “quién tiene la potestad de crear el dinero y cómo sustituir el sistema que permite a la banca crearlo de la nada”.

Desde mediados del siglo pasado se han barajado dos medidas para combatir la pobreza: la bancarizacion de los pobres y la titularización de la tierra utilizada por ellos. La digitalización del dinero ayuda a combatir la exclusión financiera de los sectores más desfavorecidos que nutren la economía informal en los países en desarrollo. En la UE los países del sur: España, Italia, Grecia y Portugal son los que padecen unos porcentajes más elevados de economía sumergida y también de evasión fiscal o fraude.

La supresión gradual del dinero contante y sonante no es la panacea para solucionar los grandes problemas sociales y económicos del capitalismo y la desigualdad que conlleva, si no se acompaña de otras medidas como la supresión de los paraísos fiscales, la lucha contra la elusión fiscal de las grandes multinacionales o el aumento de la transparencia de las empresas incluidas las que cotizan en bolsa. Pero eso no significa que lograr la trazabilidad del dinero mediante su digitalización no sea una medida eficaz para lograr una mayor recaudación fiscal y el afloramiento de las bolsas de economía sumergida.

Lo que sí debería hacer el PSOE en el Parlamento Europeo y el Gobierno en la Comisión Europea es promover un plan comunitario para la supresión gradual del papel moneda en los países de la UE y plantearlo también en las instancias internacionales del sistema de Naciones Unidas.