Pertenezco a una generación cuya infancia estuvo marcada por diferentes personajes procedentes del mundo del cine, del cómic, de la literatura o del deporte. Podría citar varios pertenecientes a cada uno de esos grupos, pero si tuviera que elegir a uno que me ha acompañado siempre diría que ha sido el Capitán Trueno, cuyas aventuras me condujeron al mundo de la historia y me ofrecieron la posibilidad de conocer otros mundos ajenos al de mi pueblo, cuando a finales de los años 50 del pasado siglo un niño tenía escasas posibilidades de ir más allá de su entorno si no era a través de lo que nos ofrecían los libros, las películas o los tebeos, cuya lectura nos ocupaba buena parte del tiempo. Por ello resulta comprensible que me dirigiera con interés a ver la reciente película sobre mi héroe de la infancia. Tal y como me temía el resultado fue la frustración, no solo por su falta de calidad o por la poca credibilidad de los actores, para mí el problema estuvo en que al inicio se comete una absoluta falta de rigor con respecto a una de las esencias de Trueno. Cuando acude a rescatar a sus amigos, entre el fragor de la lucha les dice que la próxima vez tendrían que apañárselas solos. Y quien conozca la historia del personaje sabe que esas palabras nunca saldrían de su boca. Siempre fue fiel a unos principios que guardó en todo momento, su altruismo y su fidelidad a los amigos estaba por encima de cualquier otra consideración, y en consecuencia siempre estaría dispuesto a ayudarlos, máxime si como era el caso se encontraban en una situación de peligro.

Cuando escribo estas líneas, estamos en la jornada de reflexión previa a la de las elecciones. Repaso mentalmente lo que ha sido la campaña electoral, tengo la impresión de que en los últimos días el candidato socialista ha conseguido recortar algo la distancia frente al PP, no porque  este haya perdido votantes, que en mi opinión se mantendrán fieles, sino porque el PSOE ha podido movilizar a una parte de su electorado, no por miedo, sino porque Rajoy se ha visto obligado a hablar en los últimos días, ha tenido que dar algunas concreciones de lo que pretende hacer si alcanza la presidencia del Gobierno, y eso ha generado que una parte de los votantes socialistas que pensaban en la abstención o en el voto en blanco se hayan decidido a cambiar su decisión, lo que ya no tengo tan claro es que ello signifique que su voto siga la misma orientación, sino que es posible que el castigo ahora lo ejerzan en forma de apoyo a otras orientaciones.

Desde mi punto de vista, en su campaña electoral Rubalcaba ha cometido algunos errores. El primero de ellos ha sido querer desmarcarse de la acción de gobierno de los últimos años. Un político como él, capaz de razonar y de explicar, tendría que haber hecho llegar a los ciudadanos el por qué de ciertas decisiones cuando formaba parte del ejecutivo, tendría que haber asumido su papel de ser copartícipe de cuanto se ha hecho en los últimos tiempos. En segundo lugar, no se pueden realizar saltos en el tiempo, y por mucho que valoremos el papel político de Felipe González, su carisma y su capacidad de convicción, no se puede convertir, como lo ha sido durante muchos días, en el valedor fundamental de Rubalcaba, porque todo el mundo lo ve como un valor amortizado, como alguien que ahora habla por  encima del bien y del mal, pero que en ningún caso va tener responsabilidad en cuanto se pueda decidir en los tiempos que vienen. Y en tercer lugar, las candidaturas han generado tensión en varias provincias, no han servido para crear unidad y cohesión entre las filas socialistas, sino todo lo contrario, y eso era algo que los socialistas necesitaban en esta coyuntura.

Siempre me resultó admirable la capacidad dialéctica de Rubalcaba y admiré la forma en que trabajó en el ministerio de Educación ante algunos conflictos importantes. Sin embargo, desde que se convirtió en cabeza de cartel socialista pareció como si algo hubiese cambiado, a veces sus planteamientos me resultaban tan extraños como las palabras de Trueno cuando les recriminaba a sus amigos que no les ayudaría en otra ocasión. En un momento determinado algo se ha roto en la trayectoria política del candidato socialista, hasta el punto de que para experimentar una cierta recuperación ha tenido que esperar a que Rajoy hable.