“Nadie escarmienta en cabeza ajena”, dice el refrán popular, pero ahora que todos hemos tropezado con el mismo bicho. Es de esperar que la cabeza propia nos dicte el camino a seguir para no volver a los errores del pasado, tanto los individuales como los colectivos.

La salud pública y el bienestar de la comunidad se construyen con la suma de las responsabilidades individuales de una ciudadanía que mayoritariamente es honrada, trabajadora y solidaria, como demostramos a diario en este largo encierro.

Viene todo esto a cuento de cómo será la salida de la mayor crisis de la historia de la humanidad y los escenarios del futuro, que tendrá que ser ecológico, igualitario y pacífico. La clase dirigente política y económica lleva décadas mareando la perdiz con el cambio climático. Se acaba de aplazar la cumbre del clima de Glasgow, la COP 26, que debía continuar lo hecho en la COP 25 de Madrid y el Pacto Verde, anunciado en diciembre por la presidenta de la Unión Europea, Ursula Von Der Leyen, se intenta descafeinar por los países más conservadores como Polonia y Hungría con la excusa de la pandemia.

El Gobierno español ha entregado ya a Bruselas su proyecto de Pacto Verde y en Estados Unidos los demócratas tienen su “Green New Deal” listo por si en noviembre logran echar a Trump de la Casa Blanca. La ONU, por su parte, tiene su hoja de ruta de los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) en la Agenda 2030.

España está en estado de emergencia climática desde hace unos meses, pero las palabras y los papeles generados hasta ahora sobre la necesidad de actuar ya para frenar el calentamiento global son insuficientes si no se logra la implicación de la toda la población. Hay que hacer pactos verdes en los distritos, en las ciudades, en las provincias, en las comunidades autónomas, al igual que en los hogares, en las comunidades de vecinos, en las empresas, en los colegios y en las universidades. Sindicatos y empresarios, partidos y cargos públicos, intelectuales y artistas, todas las religiones, la sociedad en su conjunto --desde los niños a los mayores-- tienen que comprometerse con hechos para que el Pacto Verde sea realidad en la nueva normalidad que saldrá tras el desastre de la COVID-19.