La cita era a las doce y media de la tarde en el sevillano Muelle de la Sal, donde una suave brisa refrescaba el ambiente y ponía una temperatura ideal para un mitin al aire libre: en torno a 22 grados. 

Pero mientras que, hacia esa misma hora, Íñigo Errejón y Manuela Carmena congregaban en Madrid a más de 5.000 seguidores, Pablo Iglesias apenas sumaba un puñado de cientos –unos 400– en Sevilla en un acto de campaña donde él era la estrella, aunque acompañado por una apretada nómina de intervinientes: Esteban de Manuel, Noelia Vera, Ángela Aguilera, Antonio Maíllo, Daniel González y la candidata a la Alcaldía, Susana Serrano.

En principio, la dirección nacional de Podemos había anunciado un mitin, finalmente frustrado, de Pablo Iglesias en Cádiz, donde gobierna el anticapitalista José María González ‘Kichi’, muy distante de las posiciones del secretario general, al igual que su pareja y líder de Podemos Andalucía, Teresa Rodríguez, de baja por maternidad.

Esas diferencias entre Madrid y Andalucía resonaron con fuerza en el mitin de Iglesias, y no porque el líder hiciera alusión explícita a ellas, sino porque el eje de su intervención giró en torno a la necesidad de participar en un Gobierno de coalición con el Partido Socialista, una opción que la dirección andaluza de Podemos ha rechazado de forma rotunda.

“Gobernar tiene riesgos, sí, pero yo os pregunto: ¿si no podemos cambiar nada, por qué Patricia Botín le dice a Pedro Sánchez que no gobierne con nosotros, por qué?", preguntaba Iglesias tras reconocer que “la política va de correlaciones de fuerza, y cuando tienes 3,7 millones de votos, tienes la fuerza que tienes”.

Iglesias apeló a la conducta de las derechas en Andalucía para hacer lo mismo que ellas, gobernar cuando se tiene la oportunidad de hacerlo: “Si ellas se ponen de acuerdo, nosotros lo mismo: a gobernar también”.