Es cosa conocida que los periodistas, en ejercicio de su libertad de expresión, opinan sobre los políticos con nombre, apellidos e incluso apelativos de su cosecha; yo, que soy cirujano, voy a opinar en los mismos términos sobre un periodista. Carlos Navarro Antolín ha publicado, con la gracia de Diario de Sevilla, ‘Catetas en Nueva York’, una arenga tabernaria en la que califica las fotografías que la ministra de Igualdad publicó en sus cuentas personales en redes sociales sobre su reciente viaje oficial a EEUU de “memez en toda regla”. “La foto de la princesa Irene Montero y su corte de mariachis en los Estados Unidos es una muestra  inmejorable del 2X1”. “Hay que carecer de inteligencia para difundir esas imágenes”. “A estos pijos con estudiado desaliño hay que explicarles constantemente lo obvio”. “Son una muestra perfecta de la clase política bobalicona que nos torpedea con contenidos absurdos sobre unas vidas que no nos aportan nada.”

Navarro Antolín utiliza una dialéctica de perro de presa. De esos que no se atreven con el animal sano pero saben hacer trofeo del herido y depositarlo fielmente a los pies de su amo mientras menean servilmente la colita, ¿desmochada? No sé si a los perros de presa se les desmocha la cola; de caza entiendo poco. En mi profesión se exige cierto rigor a la hora de publicar contenido, por tanto he adquirido la extraña costumbre de no hablar en público de lo que no entiendo. Me parece osado rayando en la indecencia, qué sé yo, somos libres. Sin embargo, Navarro Antolín se permite lo siguiente. “Nos podríamos poner estupendos hablando de la ofensa hacia la gente que no llega a fin de mes, analizar el rédito que ha tenido el viaje para el interés general de los españoles o, por supuesto, preguntar por el coste, que debemos saber cuanto antes. No es necesario.” No sólo es necesario, es que ese es su artículo, pero no es capaz de escribirlo, porque no sabe de qué está hablando. Está afirmando que en un artículo en que critica las fotografías que comparte la ministra de Igualdad en sus cuentas personales en redes sociales no es necesario analizar para qué ha realizado ese viaje ni el coste del mismo. Pero entonces, perro, ¿cuál es tu presa? No es el motivo del viaje, porque no es necesario saber cuál era. No es su coste, porque no es necesario saber cuál ha sido. Entonces, ¿cuál es? ¿El vestido de la ministra? ¿La pose de sus acompañantes, que no resiste comparación con la de Ayuso y los suyos cuando posaron en el mismo lugar durante un viaje, este sí, en defensa de los intereses nacionales? ¿El encuadre de la fotografía? ¿Que haya usado una cámara digital en lugar de una analógica (o viceversa)?

No se puede culpar a Navarro Antolín por el artículo; los perros de presa no piensan, obedecen. La voz de su amo, la que paga, es todo el rigor que necesita conocer y practicar. Lo mismo ha ocurrido con las declaraciones de Cuca Gamarra, portavoz del PP en el Congreso, tildando el viaje de la ministra y sus asesores de “fin de curso de adolescentes”, o con la cobertura que del mismo ha realizado la flor y nata de la prensa amarilla Nacional (Libertad Digital, Telemadrid, El Español, Vozpópuli entre otros). La ministra ha viajado a EEUU en calidad de ministra; los motivos de su viaje, las reuniones a que acudió, se desglosan en la web del Ministerio de Igualdad; los costes pueden ser consultados por los grupos políticos del Congreso de los Diputados si así lo solicitan. Pero según el perro de presa, “esto no es necesario”. Desde luego, no le es necesario a él para escribir lo que escribe, ni a Diario de Sevilla para publicar lo que publica. En mi profesión, un artículo para el que el rigor informativo “no es necesario” no habría sido siquiera aceptado para revisión; Navarro Antolín puede opinar lo que quiera, yo opino que no sabe de qué habla, ni el medio que le publica lo pretende.

(*) Manuel Gracia Bravo es médico y militante del PSOE.