Gracias a las políticas expansivas de Bruselas para que la crisis de la pandemia no destruyera la economía como sí lo hizo la crisis financiera que la Comisión Europea afrontó con políticas fuertemente estrictivas, el presupuesto que tendría Andalucía en 2022 iba a experimentar un espectacular crecimiento cercano al 9 por ciento para situarse en 43.816 millones de euros.

Se trata de una cifra nunca vista que, sin embargo, no logrará hoy el visto bueno del Parlamento autonómico, donde el Proyecto de Ley de Presupuestos no superará el debate de totalidad porque, de una parte, la pata ultraderechista que, junto al PP y Cs, ha venido sosteniendo la mayoría gubernamental se ha desprendido del Ejecutivo y, de otra, San Telmo no ha sabido, podido o querido coger la mano tendida del PSOE de Juan Espadas.

PSOE, Unidas Podemos por Andalucía y Vox han presentado enmiendas a la totalidad al texto y suman más votos que los dos partidos del Gobierno andaluz. En la sesión plenaria de hoy se someten a votación, de manera conjunta, las tres enmiendas en una Cámara donde PSOE, UPporA y Vox suman 50 votos, frente a los 47 escaños de PP y Cs.

La impresión predominante entre los observadores es que San Telmo da por imposible –o por inconveniente para sus intereses electorales– el entendimiento presupuestario tanto con Vox como con el PSOE. Seguramente calcula que el coste electoral de respetar lo pactado con Vox es mucho más elevado que implementar ese 45 por ciento de los compromisos contraídos que, según la contabilidad ultra, el Gobierno andaluz se niega a cumplir.

Salvo que hoy reciba órdenes de Madrid contraviniendo las recibidas hasta ahora, por primera vez en tres años la extrema derecha no apoyará las cuentas del Gobierno. Los ultras han dicho ¡basta! “Las políticas del PP son una continuación de las políticas del PSOE”, sostienen. Se sienten engañados por San Telmo. Perciben como una burla insoportable que el cumplimiento por Moreno de lo pactado en la investidura y en los acuerdos presupuestarios posteriores apenas haya alcanzado el 55 por ciento.

Mientras, la disposición de Juan Espadas a pactar el sí o la abstención del grupo socialista, trasladada al presidente Juan Manuel Moreno en la reunión que ambos mantuvieron el pasado 1 de octubre, nunca se vio suficientemente correspondida por quien, tras la espantada de Vox, más interés debía tener en sumar al único grupo que podía salvar esas cuentas con un fuerte componente social.

Aunque tras el encuentro de ambos Espadas se mostró muy optimista tras escuchar al presidente y desde el PP se enviaron mensajes igualmente esperanzadores, lo cierto es que el Gobierno fue dejando pasar los días sin mover ficha.

Pese a lo apurado de los plazos, la primera reunión entre la Consejería de Hacienda que dirige Juan Bravo y la delegación socialista que encabezaba Antonio Ramírez de Arellano se produjo ¡veinte días después! del encuentro de San Telmo. Tras cerca de cuatro horas, la reunión de aquel 20 de octubre se cerró sin avances, aunque sin ruptura.

Días después, la cosas se complicaban aún más al confirmarse que la Junta no renovaría los contratos de 8.000 de los 20.000 sanitarios contratados con fondos del Estado para combatir la pandemia. La fuerte contestación sindical a los despidos y el malestar social que ya se arrastraba por el deterioro de la atención primaria recortaron drásticamente el margen del PSOE para alcanzar un acuerdo presupuestario.

Los discursos de un lado y otro subieron de tono, envenenando el buen clima que Moreno y Espadas habían compartido unas semanas antes. Si alguna vez lo había creído posible, el Partido Popular dejó de tener fe en un entendimiento con los socialistas. La prioridad ya no era alcanzar un pacto que los conservadores veían imposible, sino construir un relato que culpara al PSOE –y, más tímidamente, a Vox– de la falta de acuerdo.

En plena construcción precisamente de ese relato exculpatorio estaban trabajando los estrategas de San Telmo cuando, el martes 16 de noviembre, la filtración de un audio del líder de Cs y vicepresidente de la Junta ante su grupo parlamentario lo ponía todo patas arriba.

Además de decir que era “estúpido” aprobar un presupuesto restrictivo en año electoral, Juan Marín afirmaba en ese audio que el Gobierno andaluz no debía permitir que el PSOE pudiera presentarse ante el electorado como “un partido útil” por haber respaldado los presupuestos y defendía que la Junta debía presentar unas cuentas tales que la oposición se viera obligada a rechazar.

“Si le quitamos [al PSOE] esa posibilidad [aprobar los presupuestos] y nos garantizamos la ley del suelo, donde Vox tampoco se va a bajar de ella, al final conseguimos el pleno; con esa estrategia tenemos que jugar hasta el final de esta legislatura, llegar a diciembre”, explicaba Marín a los parlamentarios naranjas mientras –al menos– uno de ellos grababa la imprudente alocución que ha hecho añicos el discurso oficial y activado la cuenta atrás de la legislatura. El viacrucis de Moreno a ha comenzado.