Un verano más, temporada alta de incendios, la información de los medios se ha centrado en las hectáreas quemadas, en los daños materiales causados, en las vidas perdidas en los casos más dramáticos. En cambio, no resultan noticiables las otras hectáreas, las que no se queman, los bosques que siguen en pie gracias al esfuerzo anónimo de profesionales que arriesgan sus vidas. El documental La vida en llamas, de inminente estreno, sirve para “poner cara” a estos luchadores contra el fuego, en palabras de Manuel H. Martín, director de la cinta.La película sigue en su labor diaria a una brigada de élite andaluza, la BRICA, encargada de desplazarse en helicóptero al mismo corazón de los incendios para preservar la naturaleza. Martín no oculta que la labor del film es ensalzar la función de estos especialistas, que también son descritos en su faceta personal: “No se trata de un documental de acción, sino de ver el otro lado de estas personas: la familia, la pareja, el miedo, los riesgos… Para que se reconozca el trabajo de estas personas es importante que la gente les ponga rostro”, indica el director, que recuerda que algunos de los miembros de la brigada, con sede en Aznalcóllar, vivieron el importante incendio de Riotinto en 2004. El nominado al Goya por ’30 años de oscuridad’ deja claro que, aunque conocen los riesgos de su profesión, “no son locos, trabajan por vocación”.Son universales las preocupaciones que se desprenden de los tres personajes principales en los que se centra La vida en llamas. Gustavo, el líder del grupo, se plantea si dedica demasiado tiempo a su trabajo. Curiño representa al novato, inquieto por asumir un puesto de mayor responsabilidad y riesgo. Sin embargo, la historia más estremecedora es la del solitario Abarcas, que “representa a esas personas que dedican su vida al trabajo”, según Martín. Con más de 60 años, amante del campo y la naturaleza, sigue luchando por ella tras haber superado una grave enfermedad. Cuando es apartado de la acción por su edad, relegado a un puesto de control, la película alcanza su momento más triste.[cita alineacion="izquierda" ancho="100%"]UNA SUPERPRODUCCIÓN DOCUMENTAL [/cita]La vida en llamas surge como proyecto hace unos años, por la amistad que mantienen algunos de los productores con Gustavo, miembro de la BRICA y a la postre la figura central del film. Se realizó el seguimiento del grupo durante dos años hasta obtener más de 1.000 horas de grabación, reducidas a esta película documental y a una serie de tres capítulos que se emitirá próximamente en televisión, y que ha dirigido David Berlain con un estilo muy diferente a Martín, que asegura que ambas obras son “complementarias”.Uno de los puntos fuertes del film es que permite al espectador una inmersión total en diversos incendios, a diferencia de lo que se ve normalmente en televisión, donde las llamas quedan lejos del objetivo. Alcanzar este nivel requirió un notable esfuerzo técnico: “Parecía que te encontrabas en una gran superproducción”, resalta Martín. “Hemos contado con materiales de cine, helicóptero para tomas aéreas, equipos HD que permiten grabar en cámara lenta para recrearse en los momentos poéticos. Era un reto”.Pelicula bomberos 2Como no se puede planear cuando se produce un incendio de importancia, el dispositivo de grabación también resultaba complejo, como explica el director onubense: “Teníamos que estar en la base con ellos, con dos operadores de cámara cubriendo los turnos. Podían viajar en el helicóptero con la brigada, siendo el viajero número 13. El resto del equipo los seguíamos con otras unidades, pero a veces cuando llegábamos ya lo habían apagado, era complicado”. Los miembros del rodaje tuvieron que superar las mismas pruebas físicas que exigen en la BRICA, condición que cumplieron ante las situaciones de riesgo que podrían vivir. Martín destaca las condiciones de seguridad con que trabajan en la brigada, reflejada en algunos momentos del documental en que advierten al cámara de algún peligro.[cita alineacion="izquierda" ancho="100%"]RECAUDACIÓN PARA LOS HÉROES[/cita] La vida en llamas va a llegar a los cines de un modo que no es en absoluto convencional. Junto a una distribución clásica en algunas ciudades, la película se proyectará en otras bajo demanda de la mano de la plataforma Youfeelm, que desde hace meses está extendiendo el término “cinecracia” para referirse a la posibilidad de que sean los propios espectadores los que elijan el cine que quieren ver y dónde mediante solicitudes en internet. Este sistema es el que llevará la película a Sevilla o Málaga, además de a otras ciudades de fuera de Andalucía.Para Martín, se decidió esta forma de distribución tras encontrar en la red “una comunidad fiel de seguidores en los bomberos forestales de todo el mundo Se trata de una comunidad muy unida, como está demostrando con el apoyo a la película”. “Lo interesante”, prosigue Martín, “es que de esta forma se ofrecen películas al espectador que de otro modo igual no vería. La distribución tradicional del documental es muy limitada”.A esto hay que sumar la idea de los productores de donar la taquilla integra de la película a la Asociación Nacional de Bomberos Forestales, lo que encaja con la idea de Martín de que “el documental debe tener un compromiso con la realidad”. Se tiene así además un gesto de gratitud con los que el director define como “los verdaderos protagonistas”, ahora que la Ley de recalificación de terrenos forestales “no ayuda precisamente”. En cualquier caso, para evitar nuevos desastres, ahí están estos héroes que a partir de ahora dejan de ser unos desconocidos. Y es de justicia, porque como dice el director, “convierten los incendios en conatos. Son muy buenos”.