Mientras perdemos cada día diez negocios -y ya sumamos diez mil en tres años en la Ciudad del Paraíso- y “la caló” añade moscas a nuestro mustio cavilar, las banderas cunden en los balcones para elevarnos el ánimo con nuestros compatriotas que compiten a balonazos, raquetazos o volantazos.

Muy contentos estamos por ganarle a Francia y a enaltecernos sobre el control antidoping de sus guiñoles, mientras en nuestro paisanaje vociferante cunde entre copa y copa, los peores datos de consumo de droga, eso sí, disminuimos en el consumo de cocaína costosa, para refugiarnos en la droga sintética, más o menos el todo a cien de la demencia ¡Un panorama!

Ya no necesitan nuestros bancos cacos para que salten las alarmas, las telarañas se aburren en sus cajas sin caudales. El miedo al mañana se supera con la sorpresa del día. Ni estamos rescatados, ni intervenidos, pero todos los días nos llaman a la rueda de reconocimiento mundial, por sospechosos habituales.

Los consejeros peperos en la televisión andaluza, quieren elevar el nivel de audiencia de Canal Sur proponiendo se televisen los rastreos de la Comisión de los ERE en el Parlamento Andaluz. Idea loable y consecuente, si a la vez las cámaras entrarán en la Cámara Nacional, para quitar la mordaza a la Bankia, los Gürtel, los Dívar y tantas sociedades y singularidades anónimas a las que el PP quiere poner sordina.

Hace años que nuestra incultura y mal gusto permiten que elevemos la audiencia de los programas televisivos dónde la intimidad decae a voces y billetes. Pero no nos cerciorábamos que detrás de los bits que tecleamos a diario, rastrean y consumen nuestra intimidad los hackers y allegados. Ciento cincuenta detenidos lleva “la operación pitiusa”, entre los que se encuentran detectives privados, policías, guardias civiles, mossos d´esquadra, funcionarios de hacienda y la seguridad social, directivos de telefonía móvil, abogados de reconocidos despachos ¡gente de fiar! Escudriñar nuestro correo electrónico les daba pingües beneficios.

Como en la película del director Tony Scott, El Enemigo Público, no necesitamos de la envidia o curiosidad vecina, para estar en boca de todos en forma de bits. La red nos da tanto información que al final somos parte del copo que sale a la venta.

Al paso que vamos podríamos volver a las palomas mensajeras, si no nos las hemos comido antes. Mientras escribo, y ya han puesto “se traspasa” en tres negocios cercanos, mis bits no pasan más que a mis generosos amigos, Nadal sigue en sus trece, La Roja empieza una tensa espera ¿y la prima de riesgo?