Más que un proyecto político se diría que se asemeja a un milagro. O si no a un milagro, por lo menos a un misterio, como aquel de la Santísima Trinidad según el cual habría un solo Dios pero en Tres Personas distintas. ¿Un Dios dividido en tres? No, un Dios donde cada una de las Tres Personas sería íntegra y enteramente Dios sin dejar por ello de ser ella misma.

Los promotores de la confluencia andaluza de rojos y morados parecen querer algo parecido: IU seguiría siendo IU y Podemos seguiría siendo Podemos pero, como el Dios uno y trino, al mismo tiempo conformarían un nuevo sujeto político. Un sujeto capaz de sobreponerse al doble fracaso de Unidos Podemos: el electoral de 2016, al no sumar juntos los votos obtenidos seis meses antes por separado; y el parlamentario posterior, al desdibujar la presencia de IU en el Congreso y arrinconar su programa en la agenda política.   

El arcano

Sus líderes, Antonio Maíllo y Teresa Rodríguez, parecen saber bien lo que no quieren –repetir el error de Unidos Podemos– pero para el común de la militancia no está muy claro qué quieren exactamente: la materialización política, orgánica y electoral de su proyecto tiene algo de arcano que, como ocurre con la Santísima Trinidad, ni los más avezados ‘teólogos’ son capaces de comprender del todo. Desde luego, el minoritario pero bien organizado sector crítico de IU Andalucía ni lo entiende ni le gusta.

Las elecciones autonómicas primero y municipales después se aproximan inexorablemente, pero la soñada confluencia entre Podemos Andalucía e Izquierda Unida-Convocatoria por Andalucía no acaba de concretarse. Rodríguez y Maíllo llevan muchos meses trabajando en ella pero la esperadísima criatura aún no ha tomado forma.

De las declaraciones y documentos emanados de las direcciones de ambos partidos no se desprende con claridad cuál será la fórmula precisa de fusión, aunque sí sus incontables beneficios: disputarle al PSOE la hegemonía de la izquierda, conservar los votos de Podemos sin perder los de IU, sumar colectivos sociales, seducir al activismo más dinámico, configurar un nuevo sujeto político, canalizar las energías transformadoras del electorado de izquierdas…

Los críticos

Quien con más contundencia ha expresado sus dudas es José Luis Pérez Tapias, líder del sector crítico de IU en Andalucía, que ve a las asambleas locales “desorientadas” porque van pasando los días y la confluencia no se concreta. Pérez Tapias cree que el camino correcto es otro: que cada cual acuda a las elecciones con sus propias fuerzas y sus propias siglas y después se negocie una confluencia postelectoral, pero lo cierto es que ese camino fue descartado por la militancia en las primarias que ganó Maíllo y periód Tapias.

Pero si en IULV-CA hay cierto ruido interno, no sucede lo mismo en Podemos Andalucía. Diputados del grupo parlamentario admiten en privado las dudas que les suscita el proceso de confluencia: “Habría que tener en cuenta el peso parlamentario de cada uno, ¿no?”, se preguntaba días atrás de uno de esos diputados, en su día alineado con la parlamentaria por Granada Carmen Lizárraga cuando le disputó el liderazgo orgánico a Rodríguez en unas primarias donde la dirigente gaditana arrasó. El diputado aludía a que Podemos tiene 15 diputados e IU solo 5.

Una paradoja

El caso es que mientras los disconformes con la confluencia reprochan a Antonio Maíllo y Alberto Garzón –está todavía por ver si con razón o sin ella– que estén favoreciendo la disolución de las federaciones vaciándolas de competencias, la pelea de Podemos Andalucía con Madrid es justamente la contraria: blindar la organización territorial disponiendo de su propio CIF y de una autonomía política que, de permitirlo Pablo Iglesias, la convertiría prácticamente un partido distinto, como los Comunes y las Mareas, que si bien han sumado escaños, también han debilitado la imagen de cohesión que todo partido necesita para resultar creíble.

Teresa Rodríguez ha dicho en más de una ocasión que el modelo organizativo que querría para Podemos Andalucía es el de Izquierda Unida de Andalucía, pero precisamente ese modelo genuinamente autónomo o incluso cuasi confederal es el que Garzón y Maíllo querrían –según sus críticos– suprimir… con la colaboración de la misma Teresa Rodríguez que viene luchando por todo lo contrario para su organización.

Dos en uno

La líder de Podemos Andalucía ha intentado explicar en qué va a consistir la síntesis en la que trabajan los dos partidos, aunque nunca ha entrado en los detalles que con tanta insistencia reclaman los críticos de IU. Para la líder de la corriente Anticapitalistas, la nueva formación que salga de la confluencia deberá dar visibilidad tanto a rojos como a morados, “para que quienes se sientan vinculados a Podemos reconozcan la papeleta que representa sus aspiraciones y para que quienes se sienten vinculados a IU sepan donde está su gente y sus ideas". ¿Cuadratura del circulo? ¿Teología trinitaria? ¿Lucidez estratégica? Las próximas elecciones lo dirán.

En similares términos se ha expresado en ocasiones Maíllo, que sí tiene muy claro que "la configuración del bloque de cambio no se puede hacer como el Unidos Podemos del verano de 2016, sino de forma más horizontal y más respetuosa". Con palabras parecidas a las de Rodríguez, Maíllo insiste: "No vamos a perder nuestra personalidad jurídica ni nuestra soberanía política".

El manifiesto

Un pronóstico el del líder de IULV-CA que no comparte el crítico Pérez Tapias pero tampoco el resto de los más de 600 firmantes del manifiesto 'Por una IU soberana, democrática y al servicio de la ciudadanía', en el que se acusa a la dirección de la federación que encabeza Alberto Garzón de pretender "disolver la estructura federal de IU" con su propuesta de modelo organizativo.

Alberto Garzón, en cambio, lo niega rotundamente: "No hay ninguna estrategia" para disolver IU, y sostener lo contrario no solo es un “error”, sino también “una deslealtad”, se queja el coordinador federal.

Precisamente, el próximo viernes 12 de mayo se celebra la crucial Asamblea Política de Izquierda Unida para discutir el borrador promovido por Garzón y apoyado por Antonio Maíllo que los críticos interpretan nada menos que como una verdadera acta de defunción de IU. El cónclave puede resultar bastante más movido que los plácidos concilios sobre la Santísima Trinidad.