La rueda de prensa conjunta de Antonio Maíllo y Carmen Castilla denotaba simpatía. Simpatía no solo personal sino también política. Izquierda Unida de Andalucía ha lanzado sus redes en las aguas del otrora ‘sindicato hermano’ de un Partido Socialista con el que desde hace tiempo las relaciones son, en el mejor de los casos, correctas.

La cordial reunión este jueves, en la sede de IULV-CA, de las direcciones regionales de ambas organizaciones evidencia que la formación que dirige Antonio Maíllo se ha tomado muy en serio su “ofensiva de encuentros con organizaciones sociales, sindicales y políticas” para construir un bloque de izquierdas alternativo al PSOE.

Una ofensiva que, a su vez, se enmarca en el proceso de confluencia con Podemos. Rojos y morados buscan alianzas sociales, laborales y culturales de cara a las próximas elecciones andaluzas, previstas para marzo de 2019.

Que vienen los comunistas

En la comparecencia con Carmen Castilla, el líder de IU fue diplomático y no habló de bloques ni de elecciones, solo de temas sociales y salariales, pero en la sede socialista de la calle San Vicente debieron tomar buena nota. ¿Acaso pretenden ahora estos ‘comunistas’ –que es como los socialistas llaman a los de IU cuando se enfadan– arrebatarles a su sindicato hermano?

Tanto como eso, no. No porque no es posible: primero, porque IU sí puede ser y de hecho muchas veces es enfáticamente antisocialista, pero UGT nunca lo será; y segundo, porque UGT y el PSOE son desde hace demasiado tiempo un matrimonio separado desde cuya ruptura las relaciones han oscilado entre la hostilidad, la indiferencia y la nostalgia. No hay, hablando con propiedad, nada que arrebatar. Otra cosa bien distinta es que, aunque el antiguo amor se apagara, en el partido aún sean incapaces de dominar sus celos cuando el sindicato socialista coquetea con otros.

UGT nunca se alineará explícitamente con Izquierda Unida en una contienda electoral, pero el solo hecho de darle cariño debería preocupar en el cuartel general socialista. El sindicato no está en su mejor momento, pero su musculatura social y su capacidad de influencia no son en absoluto despreciables.

“Estoy en mi casa”

“Estoy en mi casa”, dijo la secretaria general de UGT al comienzo de una rueda de prensa en la que agradeció a Antonio Maíllo “el reconocimiento público a la labor que hacemos los sindicatos para mejorar la vida de los trabajadores” y en la que resaltó que IU iría “de la mano” con UGT en la batalla por la igualdad salarial de hombres y mujeres. Y añadió: “Los gobiernos no quieren escuchar a los sindicatos de clase”. No dijo qué gobiernos, pero tampoco especificó que se estuviera refiriendo únicamente a los del PP.

Más renta básica

Por su parte, Maíllo agradeció a UGT que se hubiera sumado al debate de la renta básica, recogida por el Gobierno andaluz en sus Presupuestos de 2018 aunque con menos ambición de que la desearía la federación de izquierdas: “Las familias beneficiadas no deberían ser 42.000, sino 245.000”.

Ambos coincidieron en defender las cláusulas sociales que deben regir en los pliegos de condiciones de los contratos públicos y en alertar contra el deterioro del empleo: “Se confunde –dijo Maíllo– empleo con contrataciones, pero podemos hablar de empleo si no es jornada completa; hay más contratos, sí, pero son de dos, de cuatro horas”.

Mientras Castilla asentía, el líder de IU aludía también a “la conexión entre recortes y patriarcado”. Confirmado: la sintonía entre ambos no parecía únicamente personal.