Los resultados de las encuestas, así como los de las elecciones municipales y de las generales, auguran una victoria del PP, de modo que todo parece quedar pendiente de si conseguirá o no una mayoría absoluta que le permita gobernar y que aleje tanto la posibilidad de un pacto PSOE-IU como su posible dependencia del partido de Rosa Díez.

Supongo que en el PSOE, además de analizar los resultados electorales, desastrosos en las generales, aunque se quiera revestir con el dato de que en Andalucía se pierde por menos, se habrá realizado una lectura atenta de los datos dados a conocer hace poco en la encuesta del IESA. Allí se pronostica una victoria popular, pero entiendo que merece la pena detenerse en otras consideraciones. La primera es que el 76,8% de los encuestados ven la situación general de Andalucía como mala o bastante mala, y esa proporción se mantiene casi idéntica cuando se les pregunta si consideran que podrá mejorar en un año. Y cuando se concreta en la situación económica, el porcentaje aumenta hasta el 88,8%. Son datos que indican la presencia de un malestar generalizado en amplias capas de la población.

En cuanto a cuestiones relacionadas con la política, el 48,7% desaprueba la gestión dela Juntade Andalucía y el 45% la del presidente Griñán. Por otra lado, el 72,8% considera deseable un cambio de gobierno en Andalucía, y el 61,7% piensa que en las próximas elecciones ganará el PP. En este sentido es destacable que en la intención directa de voto, el PP ha pasado de un 22,2% en 2005 a un 32,4% en 2011, es decir, una progresión constante, a excepción del año 2006, cuando bajó a un 21%; el PSOE ha evolucionado desde un 35,9% en 2005 a un 23,4% en 2011, un descenso también constante, menos este último año en que ha experimentado un pequeño ascenso en relación con el 22,5% de 2010. En este indicador, la tendencia está muy clara, y además ha tenido su correlato en los últimos resultados electorales.

 Tengo mis dudas acerca de que los socialistas estén en disposición de invertir esa tendencia. Tras las elecciones de noviembre, da la impresión de que continúan mirando demasiado hacia su propio ombligo, insisten en culpar a la crisis del fracaso y en que no han sabido hacer llegar a los ciudadanos su mensaje. Desde mi perspectiva, en Andalucía no se supo hacer el relevo de forma adecuada, de modo que al día de hoy los ciudadanos aún ignoramos a qué obedeció el cambio en la presidencia dela Junta, cuáles fueron los motivos de la sustitución de Chaves por Griñán, porque en este tiempo no hemos observado la necesidad de que el primero estuviera en una vicepresidencia que a la luz de los resultados políticos se ve como ineficaz. Y tras el 20-N nadie en Andalucía ha explicado por qué han obtenido tan malos resultados tres listas encabezadas por miembros del Gobierno: Cádiz, Málaga y Córdoba.

Los socialistas juegan con una ventaja, según los datos publicados por el IESA, y es que un 30,5% de los andaluces se sitúan entre el centro-izquierda y la izquierda, mientras que en el centro-derecha y la derecha hay un 18,2%; los ciudadanos sitúan al PP en la derecha de forma clara y al PSOE en el centro-izquierda. Ello significa que, en teoría, sería más fácil para los socialistas que para los populares captar a ese 29,2% que se define de centro. Lo triste para los votantes socialistas es que, aun cuando se diga que de cara a los comicios andaluces “hay partido”, no se ve con claridad cuál va a ser la forma de jugar, porque lo peor no es perder, sino la forma en que se produzca y con quién. Se sabe quién será el capitán del equipo, pero eso no garantiza que durante el partido haya un medio centro dispuesto a dirigir y a organizar, o si no nos gusta el símil futbolístico, hace falta alguien que sepa templar y mandar.