Bueno bueno: en el kilómetro cero del infierno van los socialistas y encuentran sus horas más felices de los últimos años (estirando un titular de Faludy). Se ve que Sánchez parece un líder que ya no sólo gana primarias y que incluso es capaz de hablar a los votantes antes que a los militantes. Se ve que Susana no tiene que apretar los labios para imaginarse de por vida en Andalucía; se ve que la necesidad ha parido virtud y de los odios ciegos y eternos hemos pasado a esta paz convenida y conveniente y hasta verdaderamente verdadera.

Bueno bueno, como eres tan chica todavía (arranca con sus zalemas mi altocargo) has de saber amore que el mismísimo Felipe del 82, esa conjunción de planetas, plazas de toros abarrotadas por los hijos del rock and roll de Miguel Ríos, no fue sino una huida desesperada del fantasma de la involución golpista apenas un año atrás. Ni en este país había diez millones de socialistas ni Felipe era (aún) el visionario estadista que nos sobrevino.

Más bien el país estaba muerto de miedo; de miedo real : de que volvieran los fusilamientos (reales); de que volvieran los exilios (reales) de que los tanques y los militares, naturalmente de extrema derecha, formaran parte definitiva del mobiliario urbano.

Y lo que votó la gente en aquel octubre fue huir del miedo, de los uniformes, de los exilios, de las pesadillas en las tapias de los cementerios. Destrozada la Ucedé, proscrito Suárez, atrapado Fraga por su cordón umbilical con el franquismo, desmoronándose (por fortuna) el comunismo, los socialistas eran la única opción de fortaleza y equilibrio, de acercamiento a Europa a pesar de la cagada de la Otan, de entrada y de salida.

Y la cosa fue tan de arreón que faltaban socialistas para tantos cargos y ahí nos aparecieron falangistas recauchutados, cristianos de base, socialdemócratas de ocasión. En mi pueblo aterrizó un gobernador civil que era un señor de Murcia y aquello le venía tan grande que tenía días en las que estaba a favor de los obreros y días a favor de la policía, según le viniera la manifestación.

Ya no eras tan chica, ya hacías aquellas entrevistas que a Rejón le cabreaban tanto cuando Chaves apareció por Sevilla para quedarse con el sillón de Pepote de parte de Alfonso Guerra El parte anunciaba grandes tormentas internas, nubarrones de deserción y pérdidas masivas de votos. Y resultó que el bautizado candidato a palos se nos encajó 18 años en San Telmo.

Así que lo de ayer puede ser un espejismo o puede ser que dentro de unos años los avendaños de entonces (espero que el mismo de ahora, un poco menos joven) nos contarán con primor de detalle que el socialismo español y andaluz, en plena crisis mundial de la socialdemocracia, fue capaz de encontrar el camino correcto contra las pestes nacionalistas, contras las pestes corruptas de la derecha liberal, contra las pestes populistas con y sin coleta. Y que, lejos de desangrarse a votos y a navajazos, empezó a aparecer en los CIS con altas dosis de simpatía más intención de voto.

Bueno bueno, mi vida, le dije a mi altocargo mientras le (me) abría un cava muy catalán: hay que ver cómo te sube la bilirrubina a poco que la (tu) izquierda reniegue por fin del lastre de la “comprensión”. De aquel golpe de Tejero a este de renegados y fugados. Hete ahí (de nuevo) la oportunidad.