Yo también he descubierto la utilidad de las azoteas durante el confinamiento y he observado lo poco aprovechados que están los tejados y las cubiertas de nuestros edificios. En una panorámica de 360 grados desde una azotea del centro de Sevilla se pueden contar con los dedos de una mano los paneles solares térmicos para calentar el agua y ni uno solo de los fotovoltaicos, los que producen electricidad.

En la capital de Andalucía, una de las comunidades con mayor número de horas de sol al año, la energía solar fotovoltaica está por estrenar pese a que hace ya un año que se suprimió el impuesto al sol para las instalaciones de autoconsumo. Las energías renovables, como la solar y la eólica, se pueden ver en el campo en las centrales y en los huertos solares, en los parques eólicos y en algunas cubiertas de fábricas y aparcamientos al aire libre.

El Gobierno aprobará mañana martes en el Consejo de Ministros el anteproyecto de la Ley de Cambio Climático, que Pedro Sánchez se comprometió a presentar en el Congreso en los primeros cien días de su mandato y que la crisis sanitaria ha retrasado. El texto que se someterá a debate prevé aumentar el consumo de energía renovable hasta un 35% en 2030, cifra que también figura en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) remitido a Bruselas hace unas semanas.

Por su parte, la Unión Española Fotovoltaica (UNEF) entregó la semana pasada al Ministerio para la Transición Ecológica un documento con sus propuestas para la Estrategia Industrial Fotovoltaica que contempla que este sector se convierta en uno de los motores de la economía nacional.

Pero todas estas previsiones, que el papel aguanta muy bien, no servirán de mucho si la mayoría de la población no se convence de su utilidad y las hace realidad en su vida cotidiana, si las comunidades de vecinos y propietarios no empiezan a debatir en sus reuniones el ahorro que suponen a medio y largo plazo los paneles fotovoltaicos y que las azoteas no sirven solo para tender la ropa. 

En la transición a la energía limpia, en la adaptación energética de los edificios, etcétera, está el principal yacimiento de empleo para salir de la crisis provocada por el virus y cambiar nuestro modelo productivo, basado hasta ahora en la construcción y en el turismo. El presente y el futuro están en nuestros tejados si los electrificamos.