Una de las decepciones de muchos ciudadanos con Ciudadanos ha sido que el discurso del partido naranja sobre Franco, sobre la dictadura y sobre la recuperación de los restos de los asesinados del bando republicano ha sido, a la postre, prácticamente calcado del que venía defendiendo el Partido Popular.

Su reacción ante la exhumación del dictador no se diferencia en nada de la que han tenido los sectores menos templados del PP. Su líder Albert Rivera se ha limitado a decir, por ejemplo hoy en Tele 5, que “desenterrar los huesos de Franco no debe ser la prioridad de ningún Gobierno”, opinión elusiva que comparte todo el espectro de la derecha y que obliga a preguntarse una vez más: ¿a qué ha venido Ciudadanos a la democracia española? ¿Cuál es su papel y en qué se diferencia del desempeñado por el PP?

Sobre cuestiones de memoria y sobre el propio dictador, Ciudadanos podría haber abierto una brecha estratégicamente crucial en el discurso monolítico de la derecha española, a la que siempre le costó sudor y lágrimas distanciarse, condenar y mucho menos deslegitimar la dictadura franquista.

Un posicionamiento crítico de Ciudadanos habría forzado al PP, aunque solo fuera por razones de interés electoral, a poner distancia emocional con el franquismo y a tener una actitud más generosa y de mayor concordia con las decenas de miles de muertos enterrados en cunetas y fosas comunes.

La exhumación de Franco es una gran noticia, sin duda, pero habría sido todavía muchísimo mejor si quien la hubiera llevado a cabo hubiese sido un Gobierno de derechas y no uno de izquierdas.

Quienes se lamentan de que la exhumación haya tenido un cierto tufillo electoralista puede que tengan razón, pero deberían preguntarse qué ocurriría con Franco si las derechas ganaran las elecciones del 10-N. Obviamente, el dictador seguiría en el Valle de los Caídos.

La única manera razonable de posponer la exhumación para después de las elecciones habría sido un compromiso político firme, claro y solemne de todos los partidos aceptando de buen grado que, fuera cual fuera el vencedor, la exhumación de los restos del dictador por parte del actual Gobierno en funciones se haría efectiva inmediatamente después de los comicios.

Mientras tanto, la mirada democrática hacia nuestro pasado, la gestión política de la memoria histórica y la recuperación de restos seguirán estrellándose una y otra vez contra el muro de incomprensión de las derechas: ese muro que, en contra de lo que muchos de sus votantes esperaban, Ciudadanos no ha tenido la voluntad, la convicción o el coraje de resquebrajar.