España ha tenido aciertos en su gestión de la crisis sanitaria por la pandemia de coronavirus, como recomendar casi desde el principio mantener la distancia de seguridad de 1,5 metros entre las personas, el uso de la mascarilla o el ingreso mínimo vital para los más desfavorecidos, pero ha cometido errores que han agravado la situación, en especial los recortes de una década en sanidad, según el estudio denominado 'Lecciones aprendidas de la desescalada: un análisis de países y regiones de Asia-Pacífico y Europa’, liderado por la profesora Helena Legido-Quigley, de la Universidad de Singapur, cuyos resultados han sido publicados en la revista The Lancet.

El estudio destaca que en España se recomendó desde el inicio de la crisis mantener la distancia interpersonal de 1,5 metros, y se hizo obligatorio el uso de mascarilla en interiores o en caso de no poder respetar la distancia de seguridad. Además, destaca el acierto de aprobar el ingreso mínimo vital durante la crisis del COVID-19, que "beneficiará a 2,5 millones de personas y costará 3.000 millones de euros anuales”, según afirman los autores, entre los que se encuentra el español Alberto García-Basteiro, del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal).

España, sin embargo, no ha hecho bien las cosas en la detección de contagios o el rastreo, según el estudiio. “Los países deben tener en marcha un sistema eficaz de detección, testeo, rastreo, aislamiento y apoyo antes de que comiencen a levantar sus restricciones. A España y a Reino Unido les ha costado cumplir con esto”, se afirma.

Una década de recortes en Sanidad

“Cualquier sistema tiene que verse apoyado por una inversión continuada en la capacidad de salud pública y de sanidad, y en ello se incluyen instalaciones, material y mano de obra”, señalan los autores, que añaden que "la experiencia con epidemias anteriores como el SARS y el MERS ha supuesto que muchos países de Asia tuvieran ya robustas infraestructuras sanitarias y de salud pública.", pero "en Europa, los sistemas de salud pública en España y Reino Unidos han tenido que lidiar con las consecuencias de una década de austeridad”.

Alemania lo ha hecho bien, España, no

“La experiencia de Alemania demuestra los beneficios de invertir en sanidad para el futuro”, prosigue la investigación. “Antes de la epidemia de COVID-19, el país ya tenía 34 camas en cuidados intensivos (UCI) por cada 100.000 habitantes, en comparación con las 9,7 camas de España y 5,2 de Japón”, puntualizan los autores del estudio. “De este modo, las unidades de cuidados intensivos de Alemania estuvieron muy por debajo de su capacidad máxima durante el pico de la epidemia, a diferencia de otros muchos homólogos europeos, que tuvieron que adaptar otros pabellones y espacios dentro de los hospitales para poder acomodar a pacientes críticos con coronavirus”. 

No ha habido protección adecuada para los sanitarios

La investigación también pone la lupa en la situación de precariedad de los profesionales sanitarios, lo que ha dado como resultado que el gremio acumule “un 10% de todos los casos de coronavirus en el país”.

“En algunos países, la escasez de equipos de protección individual (EPI) ha obligado a los sanitarios a trabajar sin la protección adecuada, y la escasez de respiradores los ha obligado a tomar difíciles decisiones de racionamiento”, señala el artículo. En contraste con el caso español, los investigadores citan a Hong Kong, Corea del Sur y Singapur, donde “un almacenamiento suficiente junto con un entrenamiento estructurado para garantizar el uso adecuado de los EPI" ha permitido "proteger ampliamente a los trabajadores sanitarios del contagio”.  

Desacierto en la desescalada del turismo

España, y en general todos los países de Europa,  según los autores del estudio, en comparación con la región de Asia-Pacífico, “han ido lentos a la hora de requerir pruebas a los viajeros”.

 “En junio de 2020, España eximió a los ciudadanos europeos de la obligación de mantener una cuarentena cuando entraran al país”, puntualizan.