“Yo no incendio el campo, no abuso, no pongo cerillas, yo atempero, calmo, sereno”. La cadena de frases salió ayer de los humildes labios del presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno, durante el Debate del estado de la Comunidad, cuando se enfrentaba a la líder socialista Susana Díaz.

Mientras ésta –razonaba con cristiano pesar el presidente– no quiere llegar a acuerdo alguno, se niega a reunirse con los consejeros de la Junta o se dedica a proclamar el caos, él busca la concordia: “Señora Díaz, usted solo busca la confrontación en plena pandemia; lo que le pide el cuerpo es la batalla y la confrontación, pero enfrente solo va a encontrar diálogo y moderación”.

Llamadme Su Alteza Serenísima

Escuchando las sucesivas intervenciones de ayer en la Cámara, ya fuera frente al PSOE y Adelante, ya frente a sus socios parlamentarios de Vox, cualquiera habría dicho que, antes de salir de casa para dirigirse de buena mañana al Parlamento, el presidente se había interpelado dulcemente a sí mismo en la soledad del cuarto de baño: “Espejito, espejito, ¿hay algún político en Andalucía más moderado que yo? ¿Más dialogante que yo? ¿Más templado, comedido y sereno que yo”. Visto el retrato que trazó de sí mismo en el debate, el espejo no debió de pronunciar ningún nombre capaz de hacer sombra a San Juan Manuel.

Aquel célebre ‘Yo el Supremo’ que dibujó Augusto Roa Bastos en los años 70, de la mano de Juan Manuel Moreno Bonilla se ha transfigurado en esta tercera década del siglo XXI en ‘Yo el Sereno’. La Andalucía de hoy toma el relevo de la Venecia Serenísima de antaño.

El presidente de la Junta ejerció sin demasiados contratiempos el papel de Su Alteza Serenísima que le viene escribiendo con pericia el equipo que coordina su mano derecha Elías Bendodo y le vienen comprando sin reservas la mayoría de medios andaluces con Canal Sur destacadamente a la cabeza. Todos ellos son conscientes de que solo un Moreno mayoritariamente percibido como moderado podrá renovar mandato en San Telmo. Tienen razón.

Cómo ser Feijóo sin enfadar a Vox

Además, este no es para él un papel forzado ni contra natura. Moreno se siente cómodo en su acolchado destino de reina madre porque personalmente no es hombre de contiendas. De hecho, a la izquierda le está costando dios y ayuda convencer al público de que es un político situado en realidad mucho más a la derecha de lo que sugiere la imagen pública que se está labrando.

El presidente está firmemente decidido a ser Feijóo y huir de Ayuso, aunque eso no le impida convertir Canal Sur en un desacreditado Telemadrid, recortar horas lectivas de Inglés para dárselas a la Religión, impulsar la concertada en detrimento de la pública, satisfacer las urgencias de la sanidad privada o rebajar sin un pestañeo de mala conciencia la fiscalidad a los millonarios.

¿Quiere ello decir que el presidente andaluz es particulamente hipócrita? No más que otros dirigentes. La pregunta no es si hay política sin hipocresía, pues en verdad no la hay, sino cuánta hipocresía podemos soportar los ciudadanos y cuánta es capaz de desenmascararr la oposición.

Déberman y caniches

Escuchándolo en este Debate del estado de la Comunidad nadie habría dicho que Moreno es presidente gracias a los votos de la ultraderecha. Ni siquiera lo habría dicho la propia ultraderecha, cuyo portavoz Alejandro Hernández dejó entrever la impotencia de su grupo, consciente del “humo y la autocomplacencia” del discurso del presidente, pero sabiéndose condenado a mantenerle su apoyo porque “no hay otra alternativa”.

Hernández se permitió incluso el donaire de afirmar que “la única oposición real” que tiene el Gobierno andaluz es Vox: mordemos aunque no ladremos, vino a decir el portavoz. En realidad, Moreno puede sin sobresaltos posar de político moderado que nada tiene que ver con los dóberman de la ultraderecha porque estos ni muerden ni ladran, como mucho, gruñen de vez en cuando.

Por eso y porque en Andalucía Ciudadanos se ha ido convirtiendo en el perrillo faldero del PP sin ser consciente de estar haciendo de perrillo y mucho menos de faldero. Y ello pese a contar con solo cinco diputados menos que el PP. Qué no hará cuando los cinco se amplíen veinte.