Junio u octubre. La fecha de las elecciones andaluzas sigue en el aire. “Ojalá la supiera”, se sinceraba la semana pasada el presidente Juan Manuel Moreno en una entrevista radiofónica horas antes de arrancar en Sevilla el XX Congreso del Partido Popular.

Mientras la oposición de izquierdas le reprocha esa suerte de juego del gato y el ratón que viene practicando San Telmo a propósito de la fecha electoral, Moreno sigue sopesando pros y contras de una fecha u otra, si bien este fin de semana, en un receso del cónclave, fuentes de su entorno comentaban a un corrillo de periodistas que “junio está casi descartado” y que el presidente prefiere esperar a octubre como mínimo.

Las razones son fundamentalmente dos: la primera, que Vox “está fuerte” y lo previsible es que lo siga estando dentro de dos meses; la segunda, que ya está habiendo un ‘efecto Feijóo’ que podría incrementarse a lo largo de los próximos meses, proyectando así la imagen de un PP ganador, lo que a su vez sería determinante para que regresaran a casa buena parte de los votantes que emigraron a Vox. Un PP con el marchamo de partido hegemónico sin discusión en el bloque de la derecha alentaría, piensan en San Telmo, el voto útil en detrimento de los ultras.

Aunque durante meses ha sido el argumento más aireado, desde el Gobierno y el partido ha dejado de mencionarse la supuesta pinza del Vox y el PSOE como desencadenante principal de un adelanto electoral. Resulta ya demasiado evidente para todos los observadores que la legislatura está agotada y que Moreno decidirá la fecha electoral no por las derrotas que pueda sufrir en el Parlamento, sino por la evolución de las encuestas.

Por ahora, el XX Congreso no ha podido salir mejor para su nuevo presidente Alberto Núñez Feijóo y para su amigo Juan Manuel Moreno. El primero ha sido elegido por aclamación y el segundo ha ganado para el PP andaluz un peso orgánico en Génova que no tenía durante la etapa de Pablo Casado ni aun desde mucho antes. El consejero de Presidencia y portavoz del Gobierno autonómico, Elías Bendodo, será el número tres del partido y el consejero de Hacienda, Juan Bravo, se incorpora a la dirección nacional como vicesecretario de Economía.

Moreno teme más a la ultraderecha que a las izquierdas. Parece dar por seguro que éstas no lograrán la mayoría absoluta, una convicción sostenida por las encuestas y favorecida por tres factores: la desunión en los partidos situados a la izquierda del PSOE, el todavía insuficiente grado de conocimiento fuera de Sevilla del líder socialista Juan Espadas y el precedente de las autonómicas de 2018, cuando unos 400.00 votantes del PSOE y unos 300.000 de Adelante Andalucía no fueron a votar.

Ahora bien, las andaluzas de 2018 bien podrían haber sido en relación a la izquierda la excepción que Moreno querría convertir en regla en la próxima confrontación electoral. El tablero de las generales de noviembre de 2019 no puede no inquietar a San Telmo: entonces Vox empataba con el PP, mientras el bloque de la izquierda sumaba 2,049 millones de votos y el de la derecha apenas unas decenas de miles más, 2,092 millones.

Puede que aquel equilibrio de las legislativas no se traslade a las autonómicas de este año, pero tampoco es probable que las izquierdas obtengan un resultado tan inusualmente mediocre como el de 2018, cuando el PSOE seguía abierto en canal por el enfrentamiento de Susana Díaz y Pedro Sánchez y la recién fundada confluencia de IU y Podemos no acababa de entusiasmar a sus votantes.

La volatilidad de los tiempos aconseja, en todo caso, no echar las campanas al vuelo, como tan equivocadamente hizo el castellanoleonés Alfonso Fernández Mañueco al romper con Cs y adelantar las elecciones febrero. Lo hizo porque en diciembre las encuestas eran propicias para el PP, pero no previó lo que finalmente habría de suceder: que en pocas semanas el electorado conservador fue escorándose hacia Vox y hoy la ultraderecha tiene cuatro asientos en el Gobierno de Castilla y León. Moreno y Feijóo confían en que suceda lo contrario en Andalucía, pero no han dicho cómo lo conseguirán. “Ojalá lo supiéramos”, puede que se digan a sí mismos en privado.