La reacción oficial de Susana Díaz y el Partido Socialista tras obtener la primera plaza en las elecciones del pasado día 2 se parece bastante a la que tuvieron Javier Arenas y el Partido Popular tras ganar las elecciones andaluzas de 2012.

“Es un hecho histórico; nos comportaremos como lo que somos: la fuerza más votada”, dijo el entonces presidente del PP andaluz a sus desolados seguidores, después de conocerse que los 10 puntos de ventaja sobre el PSOE que le habían augurado distintas encuestas se quedaban en poco más de uno y que su victoria no le servía de nada porque la izquierda sumaba más que la derecha.

Con la misma insistencia estéril, los socialistas andaluces se agarran al clavo ardiendo de haber sido la lista más votada y actúan como si no supieran que de nada va a servirles haber ganado las elecciones. Al inminente acuerdo entre PP y Ciudadanos los socialistas no lo llaman 'pacto de perdedores', pero lo piensan.

La hoja de ruta

El Comité Director del partido decidió solemnemente ayer “mandatar a la Comisión Ejecutiva Regional y a su Secretaria General, como candidata más votada en las elecciones el pasado día 2, para que inicie contactos con el resto de partidos constitucionalistas presentes en el Parlamento de Andalucía de cara a la formación de un Gobierno estable que sea coherente con los valores del Estatuto de Autonomía de nuestra Comunidad Autónoma y que defienda los intereses de nuestra tierra”.

La inverosímil hoja de ruta aprobada con abrumadora mayoría por el máximo órgano del partido entre congresos concluía con esta no menos inverosímil coda: “Los acuerdos de Gobierno que se alcancen, serán sometidos a ratificación de toda la militancia, según se establece en el artículo 53 de los Estatutos y el artículo 479 del Reglamento de desarrollo de los Estatutos Federales”.

La factura de mayo

¿Acaso no son conscientes los socialistas andaluces de lo que se les viene encima, que no es otra cosa que la pérdida del poder? ¿Tan ilusos son que creen sinceramente que al PP y a Ciudadanos les detendrá en su camino hacia San Telmo la advertencia sobre los peligros de aliarse con VOX? En absoluto. Más bien se diría que están en una estrategia de control de los daños propios y agrandamiento de los ajenos.

Puesto que PP y Cs han decidido que se apoyarán, sí o sí, en los votos de la extrema derecha para desalojar al PSOE tras 37 años en el poder, este intentará que el precio de la factura por aliarse con VOX sea lo más abultado posible: tan abultado que ambos lo noten en las elecciones municipales de mayo, pues si en los comicios locales se repiten los resultados del 2-D el PSOE perderá numerosísimos ayuntamientos y un buen puñado de diputaciones.

Las siete y media

Antes de la votación del Comité Director de ayer que escenificaba como un simple contratiempo lo que en realidad es toda una tragedia, la secretaria general Susana Díaz hizo balance de lo sucedido “sin poner paños calientes”, aunque dejando bien clara su determinación de continuar al frente de la organización.

En el turno de intervenciones las hubo críticas, como cabía esperar, pero no se puso en cuestión el liderazgo de Díaz. Los federales tal vez intenten el asalto al fortín confederal de San Vicente, pero desde luego no lo harán antes de las próximas citas electorales. Y para entonces, cualquiera sabe…

¿Hizo autocrítica la presidenta en funciones? Desde luego. Habría sido ridículo no hacerla, ¿pero cuánta hizo? La suficiente para tranquilizar a los amigos, pero no tanta como contentar a los enemigos. La autocrítica en los partidos es como el juego de las siete y media: si te quedas corto, puede que no ganes –y hasta hacer el ridículo si te quedas demasiado corto– pero te queda alguna posibilidad; si te pasas, date por muerto. Naturalmente, Díaz no se pasó.