Había una profunda inquietud en la dirección del PSOE andaluz y en muchos de sus militantes y votantes ante la confusa estrategia del secretario general socialista, Pedro Sánchez, en relación al desafío independentista.

El discurso del líder socialista la noche del 1-O no gustó en la federación andaluza, donde no se entendió ni la insistencia de Sánchez en hablar tanto de la actuación policial ni tampoco su propuesta a Mariano Rajoy de que abriera de inmediato un diálogo con el president Carles Puigdemont. El discurso de Sánchez se parecía demasiado al de Podemos, pensaban en Sevilla.

La reprobación precipitada

Esa preocupación creció aún más al conocerse dos días después, el miércoles 3 de octubre, que Ferraz había decidido proponer al Congreso la reprobación de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, por la actuación policial del 1 de octubre.

La portavoz socialista en el Congreso, Margarita Robles, justificó la decisión en que Santamaría fue quien dio "instrucciones" a los agentes desplegados en Cataluña el 1-O con un "contenido político clarísimo que viene desde vicepresidencia". Una semana después, el partido decidía postergar su iniciativa ya que su debate habría coincidido con la comparecencia del presidente Rajoy en el Congreso. En realidad, a esas alturas en Ferraz ya habían comprendido que la precipitada propuesta de reprobación había sido un error.

La carta

Cuarenta y ocho horas después, el viernes 5, se difundía una carta durísima de veteranos dirigentes socialistas, entre ellos el expresidente andaluz José Rodríguez de la Borbolla, exigiéndoles explicaciones a Pedro Sánchez: "No entendemos –decía la misiva- la continua y nunca explicada apelación al diálogo por vuestra parte. ¿Diálogo, ahora, con quién? ¿Diálogo, ahora, para qué? ¿Con los responsables de poner a los españoles al borde del precipicio? ¿Para escuchar, otra vez, que quieren la fractura de España, con razón o sin razón, por unos medios o por otros?".

Aunque desde algunos ámbitos se intentó situar el origen de la carta en el entorno de la presidenta andaluza, varios de los autores de la misma lo negaron. En todo caso, los argumentos que exponían en ella eran y son compartidos por numerosos dirigentes andaluces del partido.

No solo la vieja guardia

Pedro Sánchez no tenía un problema con ‘unos cuartos carcas de la vieja guardia’, lo tenía con todo el partido: su estrategia no estaba siendo entendida ni compartida por buena parte de las bases.

En la sede de la calle San Vicente de Sevilla pensaban el día 1 y siguen pensando ahora que la prioridad absoluta para un partido como el PSOE debía la defensa del Estado de derecho y de la Constitución sin reservas ni ambigüedades. De ahí que tampoco se entendieran las resistencias iniciales de Ferraz a apoyar la aplicación del artículo 155 de la Constitución para restaurar la ley en Cataluña.

Posición letal

En la dirección andaluza están convencidos de que defender una posición como la mantenida por Ferraz la semana pasada podría resultar letal electoralmente.

Tras el acuerdo de esta semana entre Pedro Sánchez y Mariano Rajoy, en Andalucía respiran más tranquilos. Guardan silencio desde el día 1 o se limitan a decir lo mínimo imprescindible: en ningún momento han verbalizado sus recelos ni expresado públicamente sus discrepancias.

De lo que no les cabe duda es de que Pedro Sánchez ha rectificado y además lo ha hecho con acierto porque ha comprometido al presidente en la reforma de la Constitución, que viene siendo la propuesta estrella del PSOE desde los tiempos de Alfredo Pérez Rubalcaba aunque lo cierto es que los socialistas nunca llegaron a poner toda la carne en el asador para sacarla adelante. Ahora parece que van en serio. Está por ver si también Mariano Rajoy va en serio.