El mismo Gobierno que lo destituyó fulminantemente lo nombra solapadamente. Apenas un mes ha durado la travesía del desierto de Enrique Sardá: el cónsul en Washington que fue destituido por el ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis, después de mofarse del acento y del modo de vestir de la presidenta de la Junta, Susana Díaz, ha vuelto de nuevo al ministerio del que fue expulsado. Y lo ha hecho, desde el 1 de agosto, con el cargo de consejero en la Dirección General de Políticas de Desarrollo Sostenible, dependiente de la Secretaría de Estado de Cooperación Internacional y para Iberoamérica y el Caribe.

Fuentes de Exteriores han confirmado que el ex cónsul "está en activo" y, por tanto, ha sido reubicado para desempeñar nuevas funciones en el organigrama de los servicios centrales del Ministerio.

La indignación de Zoido

"Hay actitudes que son intolerables. Gracias Alfonso Dastis por tu rápida intervención ante el insulto a Andalucía", escribió entonces en su cuenta de Twitter el ministro del Interior y exalcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido. Ahora, en cambio, la recolocación no ha suscitado comentario alguno del ministro.

El propio Sardá pidió disculpas tras su destitución. Lo hizo, no obstante, con la boca pequeña ya que se consideró víctima de un "linchamiento" por lo que solo había sido una "broma". Además se quejó de que en España "no hay libertad de expresión y se ha perdido el sentido del humor".

La broma

“Hay q ver que ozadia y mar guzto de la Susi”, ‘Mira que ponerse iguá que Letizia. Cmo se ve k n. sabe ná de protoculo ella tan der pueblo y de izquielda. Nos ha eso quedar fatá a los andaluse dimicion ya”. Así se despachó el entonces cónsul español en Washington en su cuenta de Facbook  hablando sobre Susana Díaz y su acento andaluz.

El Gobierno andaluz había elevado sus quejas hasta el Ejecutivo de Mariano Rajoy para que los chistes de mal gusto e insultos del cónsul no quedarán como meras bromas. De hecho, el vicepresidente de la junta, Manuel Jiménez Barrios, habló con Dastis para trasladarle su malestar y exigir una rectificación de Sardá o su destitución inmediata.

La decisión de Dastis, que es natural de Cádiz, fue aceptar la segunda opción: la destitución fulminante. Lo que no se sabía entonces es que Dastis se guardaba una carta en la manga: recolocar a Sardá en el ministerio cuando pasara la tormenta.