El socialista Francisco Cuenca es el favorito para hacerse este miércoles con la Alcaldía de Granada, pero Francia también era favorita para ganar la Eurocopa y la modesta Suiza la mandó a casa. En el pleno municipal de este 7 de julio puede pasar cualquier cosa: que la vara de regidor caiga del lado de la izquierda o del lado de la derecha depende de un único voto; además, de los cuatro que tiene Cs dos se han alineado con el PP y los otros dos van por libre.

En la rueda de prensa tras el Consejo de Gobierno del martes, el coordinador regional de Cs, Juan Marín, dijo que la crisis de Granada “no influye para nada en la estabilidad” del Ejecutivo andaluz: pues tal vez debería influir, pensarán los afiliados del partido que han visto cómo el PP ha dejado a Cs sin su Alcaldía más importante en España.

Arrimadas volvía a recordar que el PP no ha explicado todavía por qué sus seis concejales dimitieron del gobierno local dirigido por el alcalde Luis Salvador, arrastrando con ellos a dos ediles naranjas, lo que a su vez provocó la caída del regidor.

A continuación, las ocho claves para entender el ‘culebrón de Granada’ a solo unas horas de que se conozca su desenlace.

Una. Nunca hubo un acuerdo escrito según el cual PP y Cs se repartirían la Alcaldía de Granada dos años cada uno, pero todo indica que sí hubo un compromiso verbal del candidato de Cs, Luis Salvador, con el candidato del PP, Sebastián Pérez, que fue decisivo para convencer a éste de que diera la Alcaldía a aquél pese a que el PP había logrado siete concejales y Cs solo cuatro. El acuerdo que entregaba Granada a los naranjas se forjó en Madrid entre las direcciones nacionales de ambos partidos.

Dos. Salvador incumplió ese compromiso verbal al negarle a Pérez la Alcaldía una vez transcurridos dos años, pero dicho incumplimiento no pareció inquietar al PP, que no presionó a Cs para que cediera la vara de mando. Por esa razón, Sebastián Pérez se dio de baja en el PP, aunque conservando un acta de concejal que vale su peso en oro porque la izquierda tiene 13 concejales y la derecha 14. El PP nunca ha explicado por qué no quiere a Pérez de alcalde.

Tres. A principios de junio y contra todo pronóstico, el PP pisa el acelerador del cambio: sus seis concejales dimiten del equipo de gobierno, junto con dos ediles tránsfugas de Cs. Luis Salvador se queda con el único apoyo del concejal naranja José Antonio Huertas. El alcalde de Cs tiene los días contados. Tres semanas después dimite. La dirección nacional de Cs atribuye la maniobra a una estrategia de Génova ejecutada por el tránsfuga de Cs Fran Hervías.

Cuatro. Al dimitir, Salvador promete apoyar como sustituto al candidato de la lista más votada, el socialista Francisco Cuenca. Su partido lo desautoriza: jamás, dicen, le darán la Alcaldía a un socialista imputado por prevaricación. La imputación de Cuenca se parece más a una excusa que a una razón: la Fiscalía ha pedido reiteradamente el archivo porque nunca vio nada punible en el concejal socialista cuando era delegado de Innovación de la Junta en Granada y se contrató a empresas privadas para inspeccionar la ejecución de ayudas para cursos de formación. 

Cinco. La dirigente nacional de Cs Marina Bravo y el número dos de Génova Teodoro García Egea –que ya resolvió una crisis parecida en Murcia al comprar con cargos bien remunerados a diputados de Cs que iban a dar la Presidencia de la región al PSOE– acuerdan que el nuevo alcalde sea el concejal naranja José Antonio Huertas. Éste se declara ajeno a dicho acuerdo y además recalca que no se presentará su candidatura a la Alcaldía. A Salvador tampoco le gusta el arreglo e insiste en lo dicho: apoyará –¿gratis?– a Cuenca como cabeza de la lista más votada, aunque persiste la duda de qué hará finalmente si García Egea lo tienta con alguna suculenta oferta de esas que no pueden rechazarse.

Seis. El supuesto acuerdo de PP y Cs en Madrid es impugnado por la dirección granadina del PP, que no solo no comparte que Huertas sea el alcalde sino que presenta a su propio candidato, Francisco Fuentes, que no fue el cabeza de lista en las elecciones pero es el que prefiere Sebastián Pérez, de quien es buen amigo y sin cuyo voto el PP no puede recuperar la ciudad.

Siete. Si para Cs la pérdida de Granada es una tragedia debido a la apuradísima situación en que se encuentra el partido, para el PP es un solo contratiempo no recuperarla. Cuando el partido permitió que seis de sus concejales abandonaran el gobierno local, no podía no saber que estaba poniendo en riesgo el statu quo pactado tras las municipales de 2019; ni podía no saber que difícilmente el defenestrado Luis Salvador –con la aritmética a su favor– iba a permitir que su Alcaldía pasara al partido que se la había arrebatado.

Ocho. Las causas de lo sucedido en Granada son un misterio, pero dado que el desenlace del conflicto parece que tendrá un perdedor claro, que es Ciudadanos, siempre quedará la sospecha de que el PP quería debilitar de forma deliberada a su socio en la Junta de Andalucía. De hecho, ¿por qué prefirió el PP correr el riesgo de que la Alcaldía volviera a manos del PSOE antes que mantenerla en manos conservadoras, teniendo en cuenta, además, que esta crisis pone en riesgo que las derechas ganen de nuevo a las izquierdas en las próximas elecciones municipales?