Andalucía se mueve y en la Junta de Andalucía contienen la respiración. La salida para Juanma Moreno Bonilla no es en absoluto fácil, máxime cuando la crisis de los cribados del cáncer ya ha transgredido las barreras de lo estacional y se consolida como un problema estructural desde el aterrizaje del barón del Partido Popular al Gobierno regional. La percepción de la ciudadanía no sólo ha cambiado, sino que además ha perdido la confianza en su presidente. Los andaluces han detectado el deterioro de sus servicios públicos bajo estos ocho años de dominio conservador. Fuentes parlamentarias consultadas por ElPlural.com coinciden con el análisis del pueblo andaluz, que ha quedado palpable en la movilización de este pasado domingo ante las puertas de San Telmo. “Lo más grave no es el error, sino la mentira”, resumen algunos miembros de la oposición a preguntas de este periódico.
Lo que se respira en las calles no se limita a la calidad de la gestión de un problema puntual, sino que ya es un patrón que define el trato del Gobierno de Moreno Bonilla para con los servicios públicos. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, lo verbalizaba este domingo desde el acto del lanzamiento de su candidato en Castilla y León, Carlos Martínez: “Ayuso y su insumisión para cumplir leyes, Moreno Bonilla con sus cribados, Mañueco con sus incendios, Mazón…”. “En fin, ¿Y Feijóo? ¿Dónde está?”. Pauta que, trasladada al plano nacional, hunde sus garras en el cuartel general de los conservadores, desde donde intentan amortiguar el impacto de las crisis de sus barones con “ruido y numeritos” para “desviar el foco”.
Según las fuentes consultadas, el manual de estilo del PP andaluz pasa por dominar el relato y presionar institucionalmente a quien se interponga en el camino para acallar cualquier crítica, incluso cuando el problema afecta a la salud de miles de mujeres. Hacen referencia a las técnicas de hostigamiento a la asociación Amama, que denunció los problemas con el cribado, pero también a la luz de gas que practica el Ejecutivo regional desde el estallido de la bomba: herencia recibida y patada a seguir. En suma, en palabras de dirigentes del PSOE-A, un estilo “basado en la fabricación de falsedades, atacar a todo el mundo y culpabilizar para no asumir responsabilidades”.
La crisis no sólo ha dejado al descubierto las lagunas de la carpeta pública de Moreno Bonilla, sino que ha arrojado ante la ciudadanía “la cara más fea del Partido Popular”, pero no sólo a escala territorial. Las fuentes consultadas estiman que ha generado un impacto reputacional al presidente de la Junta de difícil solución, especialmente teniendo en cuenta cuando la respuesta se ha basado en “justificaciones sin autocrítica” que, de facto, han borrado de un plumazo el perfil institucional de un potencial presidente del PP nacional. “Ha abandonado el centro político y se ha desplazado al ala más radical de la derecha”, comentan en privado otras voces, que ahondan en que ese golpe de timón le aleja del espectro más moderado del electorado andaluz.
Pérdida de confianza
La percepción que la ciudadanía tiene de sus gobernantes ha cambiado por completo a medida que avanza una crisis que aún está lejos de cerrarse. En la calle, el mensaje que predomina es que no se trata de un error puntual, sino que nace de la consecuencia de un sistema público que lleva años resquebrajándose a golpe de recorte y privatización. El caso de los cribados lo que ha hecho – aseguran – es airear las oquedades que han supuesto los años de gobierno del PP mientras provocaba una chispa que ha encendido una indignación latente y contagiosa.
El escándalo “ha abierto la caja de Pandora de las quejas”. Así lo entienden en el seno de la oposición, donde subrayan que los problemas no se ciñen exclusivamente al apartado sanitario, sino que la tela de araña ha atrapado a otros servicios públicos como “educación, dependencia o emergencias”. Desde todos esos sectores se han multiplicado las críticas al Ejecutivo popular, que denuncian una situación “incluso peor” que la de la Sanidad. De hecho, precisan que varios colectivos de servidores públicos han protagonizado movilizaciones y concentraciones en las últimas fechas reclamando recursos, personal y, sobre todo, dignidad.
Una narrativa que ha calado en un pueblo que ahora asume como “estructural” lo que parecía algo puntual. Y esa percepción ya tiene consecuencias políticas. Las fuentes consultadas creen que el escándalo de los cribados ha golpeado “de lleno” en el espacio electoral del PP, sobre todo entre un colectivo de votantes más moderados y las clases medias que confiaron en la gestión eficaz con la que Moreno Bonilla se presentó a los comicios. En su diagnóstico, asumen que el “destrozo del modelo público” es la firma del Partido Popular. “La ciudadanía empieza a vincularlo directamente”, comentan otras fuentes socialistas, que entienden que el presidente de la Junta se enfrenta a un “escenario completamente nuevo” y con la extrema derecha compitiendo por el “voto más radical” mientras se desangra por el “centro”.
En definitiva, sugieren que Moreno Bonilla está “atrapado por su propia estrategia”. Una maniobra que, por otro lado, abre un abanico de posibilidades en una oposición andaluza que, a tientas, lucha por cohesionar los huecos. Especialmente a la izquierda del Partido Socialista, donde fuerzas como Sumar, Izquierda Unida, Adelante Andalucía y Podemos siguen sin alcanzar un nexo de unión para evitar la fragmentación del espacio. Y en este escenario, emerge la opción socialista, renovada con el motor María Jesús Montero, que entiende el escándalo como la oportunidad de dar la vuelta a la tortilla: “El deterioro de los servicios públicos actúa como un elemento movilizador”.
En cualquier caso, en el PSOE-A confían en que el voto útil acabe concentrándose en torno a su sigla. “La ciudadanía sabe que solo el PSOE tiene capacidad real de gobierno y de aplicar políticas progresistas”, subrayan. María Jesús Montero, además, es vista como un activo electoral de primer nivel: “representa gestión, empatía y compromiso con lo público”, sintetizan desde el entorno de la vicepresidenta.
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