Robaba melones y sandías y recibió educación religiosa
Reconoce sus pecados de juventud en el libro citado narrando detalles de su vida en el campo siendo apenas un niña: “Era un vida idílica, robando melones, sandías…” En la misma entrevista hace alusión a la enseñanza religiosa que recibió : “Sentarme en un aula dos horas y media sin moverme del asiento. Para mi aquello era la muerte. Aquella monja enorme, la Madre Encarnación. Me parecía un especie de monstruo terrible”.
Puchos y expulsiones del colegio
Según el reportaje, Villalobos ya da sus primeras muestras de rebeldía al quitarse los puchos y recortarse la larga falda que le incomodaba para jugar al balonmano. “Parece una cosa sin importancia pero a principios de los sesenta aquello fue… ¡una cosa!”, describe Villalobos para, unos renglones más abajo, confesar: “Tuve algunos problemas en el colegio. Como a todas las niñas, me han echado unas cuantas veces.” Según El Observador de Málaga este detalle es un sutil ejercicio de demagogia porque, para ser justos, no a todas las niñas les expulsaban del colegio.
"Entretenimientos" peligrosos
De los datos que se aportan en el libro cabe destacar lo orgullosa que se muestra de sus entretenimientos juveniles, algo peculiares por no decir peligrosos y violentos: Tirar piedras a los vehículos en carretera. “Era toda una época. A los 17 años me seguía subiendo a los árboles y seguíamos tirándoles piedras a los coches que pasaban por el Camino de Antequera”.
¿Qué hacía Villalobos en Bruselas?
Explica que hacía en su época de eurodiputada, cargo que ocupó sin saber nada más que el castellano y no muy fluido: “Yo defendía a Felipe González con todo el alma. Cuando se metían con el presidente del Gobierno yo salía a defenderlo ¡Cómo una leona!... Aunque después cuando llegaba a España lo criticaba”.