El pasado miércoles día diecisiete de abril tuvo lugar un debate a seis que fue televisado por RTVE en el que participaron Cayetana Álvarez de Toledo, María Jesús Montero, Irene Montero, Inés Arrimadas, Gabriel Rufián y Aitor Esteban. Seguro que a muchos le resultó harto difícil mantener el ánimo sosegado, y es que saltaron chispas.

Estos debates son unos escenarios que sirven en su justa medida para valorar por encima a los participantes y las propuestas que plantean, aunque hoy, con internet, cualquiera tiene mejor información de los programas accediendo directamente a ellos o consultando algún artículo que los compare. Pero la política no son solo los programas, sino también la interacción en el espacio común, y es aquí donde los debates son interesantes.

Para este encuentro, como en muchas otras ocasiones, yo iba mentalizado. Tenía la certeza de lo que iba a ocurrir, pues las coreografías de algunos son predecibles, y los rivales más antagónicos no defraudan. Cayetana “la noble” en su primer minuto ya había pasado del saludo al insulto. Una provocación que por mucho que presenciemos una y otra vez en la campaña de la derecha, duele pensar que cala en nuestros conciudadanos y que este es el calibre de su diálogo. Aun sabiendo que es la táctica del que no tiene argumentos, sigue molestando, es cansado y desagradable. Mi admiración por María Jesús Montero y su contención.

Pero si algo es una línea que marca un límite para mí, es la cuestión feminista. Los que defendemos desde la izquierda la igualdad tenemos aguante para tolerar razonablemente el desprecio al presidente de todos los españoles, a nuestra herencia de socialistas, a las gestiones que hemos hecho, pero una cuestión tan universal e importante como el feminismo, por ahí no pasamos. Por lo menos yo no. Salté de mi sillón, agarré el móvil y con gran indignación directo que fui a twitter. 

La puse de vuelta y media, con razón, sin duda, pero hoy me pregunto para qué. Su partido aplaude este tipo de comportamientos, es lo que buscan. En un partido más decente, algo así, mínimo exigiría una reprobación, y es que por mucho menos un ministro ha tenido que dimitir, por no hablar de un candidato pedir perdón al presidente. Pero es en vano ir a twitter a pedirles a este tipo de personas que sean lo que no son, políticos con talla. Así que me pregunto como militante: ¿Qué toca hacer con la que está cayendo?

La sociedad mediatizada en la que vivimos hace difícil no estar en continua batalla política, y es que todos los escenarios parecen valer para erosionar la posición del adversario o enaltecer los propios, y es que parecemos estar en una campaña electoral perpetua. Entrar en el juego de las derechas, el de la descalificación, es innecesario. A cada injuria, a cada calumnia, tenemos la necesidad de contestar, pero, contra la tramposa mentira y el insulto, nuestra respuesta debe ser la sonrisa de la razón. Nuestra mejor sonrisa, y mandarlos a la oposición en las urnas. Sin elevar el tono, sin insultos, con un gesto firme y libre, nuestro voto. Como ha defendido siempre Pedro Sánchez.

Apoyemos difundiendo lo bueno que sale de cada mitin, de cada intervención en los medios, de cada artículo, y desmintamos los datos inventados que tanto gusta fabricar a las derechas en una descarada aplicación del dicho “calumnia, que algo queda”. Convenzamos en el diálogo cercano con nuestros amigos, familiares y vecinos, pues nuestro proyecto es claro, nuestros representantes dignos, y la ilusión que despierta la España que queremos es imparable. Les ganaremos con el apoyo de la buena gente. Sin odio. El 28 de abril tenemos una cita importantísima con las urnas. Vayamos proyectando lo mejor de nosotros y nuestro partido en todos los ámbitos, incluidas las redes sociales. Que no falte nadie y, una España en la que cabemos todas y todos, prosperará. Calma y a votar, que nos jugamos mucho.