Apenas circulan con intensidad bulos sobre Pablo Casado, Juanma Moreno, Inés Arrimadas o Santiago Abascal. Apenas hay bulos de izquierdas o en todo caso son pocos. La mayoría de las mentiras políticas sobre el coronavirus que se propagan masivamente en la red tienen un sesgo político disimuladamente conservador o directamente de extrema derecha.

El presidente Pedro Sánchez y el vicepresidente Pablo Iglesias son, junto a sus parejas, algunos de los blancos favoritos de los bulos, que también se están cebando en la acción del ministro de Sanidad, aunque no así en los consejeros de Salud de las autonomías gobernadas por la derecha.

Es cierto que casi todas las mentiras políticas de la red acaban siendo desmentidas por publicaciones digitales que se dedican expresamente a ello, como Maldito bulo o Newtral: el problema es que la mayoría de los crédulos destinatarios de las ‘fake news’ no consultan o ni siquiera saben que existen tales medios de verificación.

Las categorías de Gabilondo

La semana pasada, Iñaki Gabilondo identificaba cuatro categorías de ciudadanos irresponsables e inciviles en su comportamiento ante la pandemia: “buitres, imbéciles, graciosos y delincuentes”. No se refería expresamente Gabilondo a los bulos, pero su taxonomía periodística es perfectamente es aplicable a ellos, aunque a las cuatro clases mencionadas habría que añadir la de ‘los inocentes’.

Al fin y al cabo, la tasa de buitres, imbéciles, graciosos y delincuentes por cada 100.000 habitantes no es muy alta: no puede serlo porque si lo fuera esta país hace mucho tiempo que se habría autodestruido sin remedio.

Aplicadas al mundo de los bulos, las categorías de Gabilondo son operativas y altamente exitosas porque cuentan con una numerosísima legión de inocentes que creen de buena fe las mentiras y que desconocen absolutamente o no están familiarizados con el instrumental periodístico permite detectarlas. En este enlace de El Español pueden, por cierto, consultarse las sencillas precauciones que conviene tomar.

Hay víctimas de los bulos que no saben que son víctimas, gente que, cuando les llega el wasap venenoso a su móvil, lo difunden con premura y con la mejor de sus intenciones entre los amigos y familiares creyendo sinceramente estar alertándolos de un peligro o informándoles de algún hecho que los políticos y los medios de comunicación han estado ocultando.

Inocentes hasta cierto punto

Queda sin respuesta la pregunta de si esas personas no estarán, al fin y al cabo, creyendo lo que les gusta creer, aquello que mejor cuadra con sus no siempre explicitadas ideas o simpatías políticas; queda, en fin, sin aclarar si el grueso de destinatarios es completamente inocente al creer y hacerse eco de tales bulos, dirigidos casi siempre contra la izquierda.

¿Lo son? ¿Son del todo inocentes? Claro que no. En puridad, nadie lo es; en realidad, a todos nos ocurre como a aquel personaje de John Le Carré que afirmaba ser inocente, pero añadiendo a renglón seguido: “Bueno, hasta cierto punto”. Todos, en efecto, somos inocentes solo hasta cierto punto.

El último de los bulos más fieramente antigubernamentales ha sido un vídeo, denunciado ayer ante la Fiscalía por Unidas Podemos, mostrando un cargamento de material supuestamente sanitario en camiones con destino a Francia, porque el Gobierno “hijo de puta” de España solo compra “lo chino, lo barato”.

En verdad, el material sanitario eran palés de folios, aunque la grabación fue profusamente difundida por el subinspector de Policía Alfredo Perdiguero, miembro de la candidatura madrileña de Vox en las elecciones autonómicas del año pasado.

"¿Sabéis lo que ha hecho el hijoputa?"

De menor alcance, pero no menos falso, fue un audio singularmente repugnante, difundido días atrás, según el cual Begoña Gómez, esposa del presidente Pedro Sánchez, habría abandonado Madrid, incumpliendo la orden de confinamiento. Se trataba de un bulo. La grabación era de una mujer y decía así:

“Chicos, esto que os voy a decir de viva voz es muy fuerte, me lo ha dicho mi prima Isabel, que vive en Cuenca, ¿sabéis lo que ha hecho el hijoputa de Pedro Sánchez? Su mujer, Begoñita, tiene el coronavirus y sabéis que está prohibido el traslado y salir de Madrid, a no ser por causa justificada, pues ha mandado a su mujer y a sus  niñas a que pasen la cuarentena a un pueblo de Cuenca, a Huete, para que así no le peguen a él absolutamente nada. Esto es cierto y confirmado. Los vecinos de Huete, que es un pueblo que está al lado de Cuenca, así lo han dicho. Es un cabrón sin nombre. Corredlo, pasad la voz”.

La profusión de bulos políticos de un determinado sesgo está pidiendo a gritos a la sociología de redes una investigación que certifique la cantidad, el porcentaje, el origen, la viralidad y la matriz ideológica de tales mentiras. Aparte de la impresión personal o del juicio periodístico, sería importante contar con trabajos científicos que despejaran estas incógnitas.

No solo la gente de a pie

Pero no solo los inocentes deberían ser más precavidos. También los líderes políticos, muchos de cuyos reproches a un determinado Gobierno de signo contrario al suyo serían perfectamente de aplicación a gobernantes de su propio partido.

Y también, cómo no, los medios, que en una materia tan inflamable como la salud pública deberían ser más cautos y dar un ejemplo que, no todos pero sí muchos, no están dando. De hecho, si buena parte de ellos no conocieran de antemano de qué color político es el Gobierno cuyas medidas elogian o vituperan, puede que no publicaran el 50 por ciento de las informaciones y el 90 de las opiniones que publican sobre la pandemia.